Queridos hermanos: bella y pura la hizo Dios y el Espíritu Santo la llenó de su gracia.
Estamos celebrando la consagración de la patrona de Escuintla, la Inmaculada Concepción. Desde hace más de 470 años tenemos esta devoción.
María, en el camino del Adviento, es aquella que nos dice que hay que purificarnos. Ella es inmaculada, nosotros no. Pero sí podemos purificarnos mediante la confesión. Ella nació sin pecado original para preparar un lugar hermoso a Cristo. Nosotros lo teníamos nos fue borrado con el bautismo, pero estamos llamados a vivir la invitación de nuestra madre. Únanse conmigo, para hacerle a Dios una digna morada.
María intercede por nosotros, porque está escrito: «dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios» (cf Mt 5, 8)
Amén.
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