Queridos Hermanos:
También este Domingo la Palabra de Dios nos invita escuchar a Cristo, Señor y Maestro de la comunidad cristiana, de modo que en ella vivamos con éxito nuestra identidad de discípulos misioneros.
Se nos invita a vivir dos valores íntimamente unidos: la prudencia, cuya falta nos lleva a cometer “ligerezas”, errores y el discernimiento, sin el cual también incurrimos en actitudes y decisiones de consecuencias graves a nivel personal, familiar, comunitario.
Ante todo la lectura del Libro de la Sabiduría exhorta a “colocarse con humildad ante los planes de Dios, siempre más allá de nuestra limitada compresión: ¡abandonemos la soberbia que nos hace alejarnos del mejor camino para ser sabio en verdad, reconocer la grandeza de los caminos de Dios, a la vez que confiarnos de su voluntad!.
El mismo salmo 89 es la expresión de quien ora “reconoce sus limitaciones, en el pensar, en el actuar: ¡vale la pena volverse al Señor, fuente de felicidad y de eternidad!.
Pablo, en la pequeña carta a Filemón, le invita a una actitud diferente de lo que haría “cualquiera en la lógica del mundo”, tratar al criado Onésimo, escapado y por lo tanto culpable, como a todo un hermano, con un trato fraterno y misericordioso, ya no como a un fugitivo que merece el castigo, sino como a “uno que ya es parte de la familia de los hijos de Dios por el bautismo”, ¡evitemos olvidar esa dignidad que tiene toda persona, que la prudencia y aprecio en el trato nazcan de lo más profundo de nuestra fe, para evitar el desprecio y la violencia!.
Pero es sobre todo en el Evangelio donde el Señor nos invita:
- A ser prudente, es decir, a ejercer la sabiduría que tiene a Dios como “lo más alto” el valor más grande, ante el cual toda renuncia se justifica: renunciar a todo no es una autodestrucción, sino poner ante todo la cruz que expresa el amor verdadero, la “sabiduría verdadera” de escoger a Cristo en la realidad de su entrega amorosa.
- El discernimiento, es decir el “separar, distinguir” no es algo ajeno al “cada día del cristiano” de hecho, siempre hemos de “hacer las cuentas y afrontar el camino del bien sin temor” evitando o la ingenuidad ante el mal que tiene fuerzas grandes, si bien nunca capaces de vencer el Reino de Dios.
Vivamos pues siempre “con prudencia” no solo como se recomienda a un piloto, sino en la conducción de la propia vida, distinguiendo y abandonando lo que nos aleja de Dios y haciendo el bien. Por intercesión de María, recordada hoy en su nacimiento, que el Señor bendiga a Guatemala con cristianos y ciudadanos amantes de la verdad, buscadores de ella y dispuestos a luchar por el bien, la verdad, la paz y el perdón.