Queridos hermanos:
Cómo cuando oramos en el Santo Rosario, hoy el esplendor de la Navidad tiene uno de sus momentos más fuertes: es el misterio de la “Manifestación” luminosa de Aquel que nació prácticamente ignorado en la noche, apartado de la ciudad, rodeado de los sencillos, pero que ahora se revela a los Reyes Magos: ¡como ellos, vayamos y busquemos para no apartarnos nunca de Cristo Luz del mundo!.
La primera lectura del profeta Isaías evoca esta “luz bajo la cual pueden caminar todos los pueblos” hoy representados por los “magos venidos de oriente”.
El mismo Salmo 71 desea la adoración de Dios por “todos los pueblos”, el Señor al que Pablo dice en la Carta a los Efesios que estaban destinados a conocer “también los paganos”.
En el Evangelio, ellos “finalmente” encuentran bajo la guía de la estrella, lo que parece imposible: el rey del mundo, al que Herodes teme, al que llevan oro, incienso y mirra, es nada menos que un pequeño niño en los brazos de dos padres humildes, María y José: ¡es que Dios obra con grandeza por medio de la humildad, por la pequeñez de su Hijo nacido entre nosotros!.
Aquellos “buscadores de la luz de Cristo” nos invitan:
1) A buscarlo también nosotros como luz verdadera, tan diferente a la atracción del materialismo, de la vanidad del mundo: “Para encontrar la luz, hay que rechazar las oscuridades del corazón” (San Juan Crisóstomo);
2) A dejarnos guiar por esa “estrella interior” que durante el nuevo año querrá darnos la indicación del camino: es la luz/voz de la conciencia para apartarnos de las obras de las tinieblas (odio, rencor, egoísmo, mentira, vanidad) y hacer aquellas de la luz (justicia, bondad, responsabilidad, perdón);
3) Nos invita a estar atentos a todos aquellos que “como nuevos Herodes, quieren matar al niño” incluso en el vientre materno, proponiendo el falso “derecho al aborto”, o pudiendo hacer algo se desinteresan de la suerte de tantos pequeños víctimas de la desnutrición, de la pobreza extrema o de al irresponsabilidad paterna/materna.
Hoy, delante del Nacimiento que “llama a la sencillez y bondad” como dice Papa Francisco, contemplemos al que es “Luz Verdadera” (Jn 8, 9ss), que vino para “iluminar a todo hombre que nace en este mundo” (Jn 1, 5-6) y llevemos en este 2020 su luz al ambiente de familia, trabajo, estudio, a la comunidad a la sociedad, como “misioneros de la luz” por medio del perdón, la generosidad, la alegría que vienen de Aquel que con los Magos hemos encontrado en la humildad del Pesebre. ¡Próspero y santo Año Nuevo para todos!.