Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Este Domingo celebramos la Solemnidad Todos los Santos: la Iglesia Católica nuestra Madre y Maestra reúne en una sola fecha el recuerdo festivo, glorioso y alegre de todos aquellos hermanos y hermanas nuestras que, como lo dice la primera lectura tomada del Apocalipsis “han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero”.
Esta hermosa definición es muy simbólica: ¿puede “blanquearse una túnica en sangre?: el “blanquear” se refiere al color de la Resurrección de Cristo (blanco) del que los santos en su identidad personal (la túnica) participan pues han tomado parte del Misterio Pascual de Cristo (la gran persecución).
Hay pues, mártires, pero también trabajadores, amas de casa, religiosos, laicos y laicas, jóvenes, hombres, mujeres y niños: una cantidad “incontable” pues 144,000 no es un dato exacto: son las 12 tribus del Antiguo Testamento “multiplicadas” por los 12 apóstoles del Nuevo Testamento (=144) por 1,000 que en la Biblia es “número pleno, perfecto”: ¡cuidado con los Testigos de Jehová y los “Santos de los Últimos Días” o Mormones que falsifican estos sentidos de la Biblia para hacer adeptos!.
Los santos son “muchos, incontables” que:
- Han vivido su Fe a fondo: han amado a Dios sobre todo;
- El mundo no los reconoce, como dice la segunda lectura de la 1ª. Carta de San Juan: pues el mundo, herido y confundido por el pecado “premia el poder, la agresión, la fama” y no la humildad, el perdón, la generosidad de los santos;
- Son pues, los que “se han hecho pobres de espíritu” poniendo en Dios su riqueza y tratando de encontrarlo (¡y lo han logrado!) en las cosas de todos los días que deben hacerse con amor, dedicación y alegría: la vida de familia, el trabajo, el servicio en la Iglesia, etc.;
- Los santos y las santas “no brillan con luz propia”: ellos son como la Iglesia misma, de la que los Santos Padres decían que vive el “misterio de la luna”: no tiene luz propia sino que refleja la luz del sol cuando no podemos verlo: así, los santos y santas de tantísimas condiciones culturales y sociales, son aquellos que con la Gracia de Dios han cumplido la indicación del Señor “Sean Santos, porque Yo soy Santo” (Levítico 19, 2; 20, 7). San Pedro en su Primera Carta (1, 16) recuerda que la vida cristiana es un compromiso de santidad, un camino de discipulado y San Pablo en 1 Tes 4, 3-8 dice que “Dios quiere nuestra santificación”.
En síntesis, este día nos alegramos con la “Iglesia triunfante”: los que ya están recibiendo la recompensa de vida eterna que Jesús llama “las bienaventuranzas” en futuro, si se es “pobre de espíritu” en el presente.
Hermanos: !vivamos también nosotros no según el pecado, sino según la voluntad de Dios: con el bien, la verdad, la justicia, el amor! Para llegar con ellos y ellas a la gloria eterna de la que dice San Pablo: “Ni el ojo vió, ni el oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que lo aman” (1Co 2,9).