Después de dos años consecutivos, de no poder celebrar la fiesta patronal de la diócesis en forma presencial, éste año finalmente se pudo realizar y con un derroche de actividades a lo largo de los días previos, en los que de distintas formas se homenajeó a la Virgen María, en su advocación de la Inmaculada Concepción.
Algunas de estas actividades incluyeron: presentación del libro con la historia del templo catedral, conferencias sobre el dogma mariano que celebramos, bailes folklóricos y la tradicional procesión, ésta vez con la escultura de la virgen que se encuentra presidiendo el retablo de la catedral.
La Santa Misa que se celebró diariamente, durante el rezo de la novena, fueron celebradas por diferentes sacerdotes invitados, que en algún momento fueron párrocos de la parroquia Nuestra Señora de Concepción.
En la Diócesis de Escuintla, se cuenta con una parroquia en el municipio La Nueva Concepción, que también celebra su fiesta patronal éste día. Así mismo se comparte ésta fiesta diocesana, con la Diócesis de Huehuetenango y el Vicariato Apostólico de Izabal, a quienes monseñor Víctor Hugo Palma, obispo de Escuintla, extendió sus saludos y felicitaciones.
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Aprovechando la fiesta, durante la celebración eucarística, fue admitido en las Sagradas Órdenes menores, el seminarista mayor Manuel Taperia Raimundo quién recibió el ministerio del lectorado, según lo establece la carta apostólica Ministeria Quaedam, del papa Pablo VI.
En la homilía, monseñor Víctor Hugo Palma, nos recuerda que la Iglesia nos señala cómo se prepara la Navidad y para eso pone de ejemplo la pureza de la Inmaculada Concepción. Se nos pide limpiar la casa espiritual, para estar bien preparados para recibir el nacimiento del Hijo de Dios.
Por tal razón, la fiesta de la Inmaculada Concepción, se encuentra en el camino del Adviento. Lo importante es que Cristo nazca en un corazón limpio, con un corazón preparado. El obispo agradeció a Dios que nos haya puesto como ejemplo la pureza de María, para que la imitemos.
La Palabra de Dios de hoy, nos da tres ejemplos:
1. La escucha, porque cuando uno peca, es porque se hizo el sordo a la voz de Dios, no es tanto el que no oye, sino el que no quiere oír. El adviento es un tiempo para escuchar la Palabra de Dios. El obispo nos invita a que nos comprometamos a escuchar la Palabra de Dios y a tener palabras de bondad. La Virgen María es ejemplo de escucha.
2. Todo el que nace es elegido para ser hijo de Dios, nuestra misión es dar testimonio en éste mundo. Un mundo en el que cada minuto hay una gran cantidad de abortos, agradezcamos a nuestras madres por haber respetado la vida y el don de Dios que son los hijos. San Pablo nos recuerda que Dios ya nos había elegido (cf Hechos 9, 15), nadie nace por accidente, somos hijos de Dios. Citando de nuevo a san Pablo nos recuerda: ustedes que fueron elegidos y lograron nacer, no vivan según el mundo en toda su impureza (cf Ro 12, 2), el que robaba que ya no robe, el que insultaba que ya no insulte (cf Ef 4, 28).
3. Adviento tiempo de confesión, lo que vemos en María, no es para que se quede con ella, nosotros también podemos ser limpios, por eso acudamos a la confesión. Es Dios quien nos perdona a través del sacerdote. El adviento no es sólo posadas, convites, procesiones, es tiempo de reconciliarnos con el Señor.
Concelebraron la Santa Misa los padres: Walter García de la parroquia San Pablo Apóstol, Juan José Marroquín de la parroquia San José esposo de la Virgen María, Pedro Chachal de la parroquia San Juan Pablo II, Ruperto Marroquín y Francisco Morales de la parroquia Nuestra Señora de Concepción.
¿Qué causa tanta alegría?, ¡la Inmaculada Concepción de María!