Queridos hermanos:
Como bien sabemos, San Juan Pablo II y los Papas Benedicto XVI y Francisco, nos invitan a vivir con alegría este “domingo de la Divina Misericordia”, el segundo del tiempo pascual.
Hoy el Señor Resucitado otorga “tres regalos a su Iglesia”, él vuelve la tarde del día de su resurrección a cambiar las vidas de sus asustados discípulos, otorgándoles los dones de la paz, del Espíritu Santo y del perdón: ¡recibamos los dones del Señor misericordioso y llenemos el mundo con los regalos de la vida nueva en Cristo!.
En la primera lectura se nos proporciona una imagen de la Iglesia en sus inicios, allá en Jerusalén; como efecto de la resurrección, “el número de los creyentes iba en aumento”, pues la Iglesia no es un grupo cerrado que se goza de ser “elegidos, destacados, privilegiados” mejores que los demás, sino “misioneros del Resucitado”: ¡llevemos todos el anuncio de la vida nueva en Cristo y seguramente muchos tendrán la respuesta que esperan!.
El mundo, los más cercanos, necesitan que tener de nuestra parte la certeza de San Juan en la segunda lectura del Apocalipsis: “El Señor está vivo en medio de nosotros y nos pide no temerlo sino amarlo”.
Pero es especialmente el Evangelio el que nos muestra al “Señor misericordioso y bondadoso”, el primer encuentro con Cristo, el domingo de su resurrección, es conmovedor, aquellos discípulos tristes “se alegran de ver al Señor”.
Él les trae sus regalos: la paz de la vida nueva, el Espíritu Santo que hará posible una nueva orientación en cada uno y el regalo del perdón que es el cimiento de una relación mejor con Dios y los hermanos.
Pero ¿porqué Jesús regresa ocho días después?, es que “alguien falta en su Iglesia” y “Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él” (San Agustín); es Tomás, aquel que no cree a lo que le dicen, y quiere “comprobar las cosas de la Fe” no es para extrañarnos, todos quisiéramos creer más, pero tenemos momentos de duda.
Lo importante es recibir al Señor que viene a buscarnos para ayudarnos a creer! (Papa Francisco).
Es así que el Resucitado “regresa misericordioso” no para castigar al incrédulo sino para ayudarlo en su fe; ayudemos también nosotros, dando un segunda oportunidad a quien necesita más tiempo, más ayuda para creer.
Por ello este domingo es “de misericordia”, la paz, el Espíritu, pero sobre todo “el perdón” los da Cristo a su amado Tomás, que somos tu yo, tardos para creer, pero siempre amados por Dios y buscados por su Divina Misericordia.