Queridos hermanos:
Hoy celebramos con mucha alegría y con una fe encendida, la Solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor. En la Santísima Eucaristía Jesús está “realmente presente”; Él no es un recuerdo nostálgico, una idea hermosa sino una persona viva, ¡no dudemos, sino que recibamos con Fe el alimento bajado del cielo, el Cuerpo y la Sangre del Señor!.
Cómo lo sabemos, hoy se realiza la “procesión de Corpus”; la Hostia Consagrada es llevada por el sacerdote y “con su paso santifica nuestras calles, entra en nuestras casas y nuestros corazones”.
Como Israel en el camino del desierto “se alimentó del maná caído del cielo, así nosotros caminamos por la historia, por la existencia, hacia la casa del Padre” fortalecidos por ese alimento divino, ¡no perdamos la ocasión de comulgar y hagamos todo el esfuerzo y camino necesario para comulgar en la Santa Comunión!.
Vivimos en medio del drama del protestantismo de las “Iglesias evangélicas” –Iglesias, en plural pues dicen ser 40,000, olvidando el deseo de Cristo: que haya un solo rebaño y un solo pastor.
Lutero, quien fue sacerdote, siempre procuró que la Eucaristía no se perdiera, pero al presente la “desnutrición eucarística” de los hermanos separados los lleva al drama de la división en miles de grupos bíblicos, pues “si no hay Eucaristía, no hay Iglesia”, oremos por ellos, para que vuelvan a la mesa del Señor.
Ya Melquisedec, rey de Jerusalén “ofreció pan y vino” en acción de gracias por la victoria de Abraham, ¡nosotros también damos gracias –Eucaristía quiere decir “acción de gracias”- por la victoria de Cristo Resucitado, vencedor de la muerte, pues Cristo –como lo olvida el evangelismo- es “sacerdote eterno” como lo decimos hoy en el salmo 109.
La santa Misa o Eucaristía no es un invento, ¡es el mandato del Señor que dice “Hagan esto siempre en memoria mía” como nos lo recuerda San Pablo en la segunda lectura!. Pero es Cristo en la “multiplicación de los panes” narrada hoy, quien revela el secreto de la Fiesta de Corpus: ¡Él se ofrece gratuitamente a todos, él se da en alimento porque aquellas gentes desfallecían por el camino!.
Vivamos pues esta celebración, en la procesión y en la santa Misa con una meta espiritual, amar a Cristo como Él nos ama, sentir misericordia de quienes no tienen “el otro pan, el material” decía San Juan Pablo II.
Y que en cada familia nadie se quede sin comulgar, así se vivirá la unidad, se fortalecerá el amor, se hará posible la paciencia y la verdadera comunicación de quienes bajo un mismo techo han de apoyarse viviendo como dice San Pablo: en un solo bautismo, en un solo Señor y Dios Padre de todos, quien da el pan de cada día y nos ofrece el pan de la Eucaristía.
Una felicitación a los “papás” –y mamás también- que proveen el alimento material: ¡no olviden de alimentar a sus hijos con el Cuerpo y Sangre del Señor!, familia que “comulga unida, permanece unida.