¡Protejamos al matrimonio, fundamento de la familia!

Queridos Hermanos:

Continuando con las enseñanzas sobre la vida nueva que trae la Fe en Jesucristo, la Palabra de Dios presenta hoy el matrimonio, fundamento de la familia, la cual a su vez es la “célula básica de la sociedad”.

Algo que sin embargo, en los tiempos actuales no podemos dar por descontado: abunda la confusión sobre lo que es el amor, la unión matrimonial y la misma familia humana: ¡invoquemos sobre la sociedad la luz del Espíritu Santo, en tiempos de mentira, de duda, de superficialidad!.

La primera lectura habla del matrimonio en su verdadera y única forma real: el Señor crea la pareja humana, donde él y ella tienen la misma dignidad, se complementan y destinan su unión física y espiritual para “ser colaboradores con Dios en la transmisión de la vida”.

Hoy sin embargo la famosa “ideología de género” niega la realidad sexual natural de la persona, habla de “matrimonios entre personas del mismo sexo, adopción de niños por parejas homosexuales, cambio de sexo por medio de operaciones, etc.”: ¡la fuerza del mal se ha desatado contra la familia humana, don de Dios que debemos apreciar, conocer, y proteger, incluso contra leyes que pretenden llamar “derecho” a lo que es el camino de destrucción de la misma Humanidad!.

La dicha de la pareja humana hombre y mujer, su complementariedad, su misión es cantada maravillosamente por el salmo 127 proclamando: «Dichoso el que teme al Señor» y hace la descripción de un familia en su sencillez, en su alegría doméstica; ¡algo que el mundo no reconoce llamando familia a muchas formas incompletas y sobre todo antinaturales de las relaciones humanas!.

Pero es el Evangelio sobre todo el que dibuja el sentido del matrimonio:

  1. Es una forma concreta de realización de la persona desde su sexualidad: el hombre se une espiritual y físicamente con la mujer, ambos toman parte, no en la “reproducción” de seres vivos, sino en la “colaboración con Dios creador”;
  2. Como fundamento de dicha unión está o debe estar el amor mutuo: ¡cuidado con lo que hoy se llama amor, pero no tiene nada de ello, sino que es la confusión del egoísmo, de la misma naturaleza de la Humanidad!;
  3. Solo con este fundamento se comprende el porqué la separación de la pareja mediante el llamado “divorcio” es contrario al plan de Dios: a pesar de la imperfección de cada persona, a pesar de los “buenos y malos tiempos, de la salud y la enfermedad, de la riqueza o pobreza” el amor debe perdurar, vencer las dificultades y los problemas con la fortaleza que viene del mismo Señor; ¡evitemos el egoísmo, la superficialidad, la vanidad, el erotismo y la vaciedad de las relaciones humanas que destruyen el matrimonio!.

Es por ello que, como hace el mismo Jesús al bendecir a los niños, hemos de educar la afectividad desde la primera infancia, pues con niños y jóvenes fuertes en la fe, tendremos familias mejores y más felices.

Pidamos a Nuestra Señora del Rosario, Patrona de Guatemala, que todos los sectores de la sociedad eviten caer en las trampas de la ideología de género, que el Estado proteja a la familia ante los embates de la pobreza, de la migración forzada por el desempleo, de la violencia intrafamiliar a la que educan los modelos “disfuncionales de familia”.

El Señor bendiga a Guatemala a sus familias y quienes se preparan para el maravilloso don del matrimonio cristiano.