Para ser libres nos ha liberado Cristo – Bicentenario de la Independencia de Guatemala

Monseñor Víctor Hugo Palma - Elecciones

Monseñor Víctor Hugo Palma - Elecciones

Mensaje Pastoral
a la Diócesis de Escuintla y a la Sociedad Escuintleca
con motivo del 15 de Septiembre 2021
Bicentenario de la Independencia

“Para ser libres no ha liberado Cristo”
(Gálatas 5,1)

A los Sacerdotes y Seminaristas
A los(as) Religiosos(as)
A los Agentes de Pastoral de las Comunidades Parroquiales
A los Movimientos Eclesiales
A los hombres y mujeres de buena voluntad en Escuintla

Queridos hermanos en el Señor:

Aunque actualmente vivimos todos el peso de la terrible pandemia del Covid-19, recordamos en Guatemala la fecha del 15 de Septiembre, hoy sin muchas celebraciones, como un momento significativo de la vida social de todos los tiempos: un pasado sobre el que reflexionamos, un presente en el que estamos llamados a vivir los compromisos cristianos con el bien común, un futuro que es ya una tarea en beneficio de las futuras generaciones.

Como bien ha indicado el Papa Francisco: “Si existiera un documento de identidad de los cristianos, su característica sería la libertad”. Por ello, llamando a los cristianos gálatas a conservar la libertad del pecado que Cristo ha hecho posible, San Pablo les dice: “Para ser libres nos ha liberado Cristo”. El Apóstol parece hablarnos hoy a todos nosotros. En realidad, aunque celebramos un acontecimiento socio histórico, el mismo es trascendente, porque el hombre no es solo política o economía, es sobre todo hijo de Dios creado para vivir y mantener la auténtica libertad.

Comparto con Ustedes estas breves reflexiones para invitarles a que aún en medio de las limitaciones de la pandemia, encontremos en la Palabra de Dios y en la Doctrina Social de la Iglesia, la luz para construir siempre la libertad: ella es un don que se recibe, pero una tarea que se entrega a cada generación: “La Patria entraña la tensión del pasado que se recuerda, del presente que se asume y de la utopía del futuro… algo que se entrega a las nuevas generaciones”.

1) La libertad como don y tarea. Ante las mucha formas de ver hoy los acontecimientos de la Independencia, es claro que en aquel momento se fundó una sociedad destinada a guiarse a sí misma, con autonomía política, comercial, etc. A pesar de que muchos señalan sombras en la gestión de la emancipación de Guatemala, desde ese momento y en los sucesivos -la independencia de México, por ejemplo- la situación lograda no dejaba de ser un don: la llamada “independencia” siempre lo es, para la mejor realización de las personas. Don que sin embargo, no exime de la responsabilidad o tarea de seguir madurando la “situación de libertad”.

El mismo San Pablo dice a los gálatas: “Cristo nos liberó para que seamos libres. Por lo tanto manténganse firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud” (Gal 5, 1ss). Es decir, si bien el Apóstol habla de la libertad integral que nace del espíritu, implica el cuidado a no recaer en esclavitudes provocadas por el pecado en todas sus formas. En el caso de los gálatas, la tendencia a ritualismos judíos, etc. En las generaciones guatemaltecas de siempre, eso puede muy bien referirse a los efectos del “libertinaje moral” de todo tipo: egoísmo, vanidad, violencia, falta de respeto a la persona en sus derechos fundamentales, falsificación del mensaje del Evangelio para acomodarlo a una conciencia enemiga de la verdad.

Así como Israel fue un pueblo “liberado de Egipto” y recibió el don de la Tierra Prometida, pero luego “volvió a vivir la esclavitud de unos para con otros” (cf. Am 2, 1ss; Is 10, 1ss), su destino se ensombreció y volvió a perder la libertad y la tierra recibida de Dios al faltar en el cumplimiento de la tarea de vivir la actitud clave de una verdadera independencia humana, aquella de la fraternidad y del trato justo y cercano de unos para con otros.

2) Las cadenas que impiden vivir integralmente toda libertad. El recuerdo, hoy sin muchas celebraciones, del Bicentenario de la Independencia encuentra sin embargo, que hay “cadenas o nueva formas de esclavitud” que impiden la realización plena de la persona, eso que llamamos libertad, y que no puede interpretarse sólo desde la perspectiva política, económica, etc. Son ataduras que lamentablemente “surgen de propio corazón” humano (cf. Mt 15, 19), es decir, de la capacidad desviada de actuar el bien, pero preferir el mal que hace esclavos. En Escuintla, como en toda Guatemala, esas cadenas son, entre otras:

• El desconocimiento verdadero del Dios de Jesucristo concretizado en la desfiguración de la Fe en prácticas externas, sin conversión interior profunda, como dice el mismo Señor: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Is 29, 13). Es el tristemente perenne divorcio entre Fe y vida, aún cuando la religiosidad aparece abundante, pero no es capaz de liberar y llevar al encuentro con Jesucristo vivo.

• La idolatría del dinero y el materialismo como fundamento de acciones que causas la perversión de la justicia en todas sus formas y en todos los sectores sociales, llegando a destruir los valores familiares y humano en general, todo por el beneficio material, perdiendo la perspectiva de la vida verdadera que está más allá de este mundo: “No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el herrumbre corrompen y donde ladrones socavan y roban. Háganse más bien tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corrompen, y donde no hay ladrones que socavan ni roban. Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón” (Mt 6, 19-21)

• La agresión a la vida humana, en el ambiente tristemente violento del departamento; agresión surgida del desconocimiento del otro, no como simple “conciudadano” sino como hijo de Dios y hermano en Cristo, sea creyente o no: el otro siempre será el “desconocido del camino” (cf. Lc 10 29-37) ante cuyo dolor no solo no nos detenemos, sino lo aumentamos, al negarnos incluso a dialogar con él y conocer el drama que sufre. La triste presencia de la prostitución, de la promoción del vicio, del narcotráfico, de la impunidad judicial escuintleca y de la violencia intrafamiliar son algunas de las formas de violencia que delatan la esclavitud de los corazones llenos de egoísmo, soberbia e irresponsabilidad.

• La agresión al medio ambiente desatendiendo a que se es parte del mismo escenario de la creación y que las consecuencias de dañarla siempre redundan en agresión a la vida humana social, familiar, personal: “Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2, 7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura”6.

3) Discípulos y misioneros con la libertad de los hijos de Dios. Con ocasión de este Bicentenario, sin duda que en las buenas conciencias escuintlecas de diferentes credos e ideologías, surgen interrogantes serias e inquietudes buenas sobre el cómo seguir construyendo la libertad en todos los órdenes de la vida social y familiar. Así:

• Por nuestra parte los cristianos católicos recordamos que nuestra misión es contribuir al bien común en todas sus formas y expresiones, media vez tenga en cuenta la libertad de conciencia de la persona, el cuidado de la vida desde su concepción hasta su fin natural, y la atención a quienes tienen menos recursos pero que son presencia del Señor necesitado: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten” (Fil 4, 8)

• En medio del abundante lenguaje de libertad de estos días, sea cual sea su formulación, no podemos olvidar la paradoja que esa libertad tiene para un cristiano: “Porque el que fue llamado por el Señor siendo esclavo, libre es en el Señor; de la misma manera, el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo” (1 Co 7, 22). Es decir, solo con la conversión hacia él, en acompañamiento a las rectas conciencias, en la promoción del diálogo, se podrá vivir ese “señorío del Señor” en nuestras vidas, el cual no es opresión, sino todo lo contrario, de libertad en el Espíritu (cf. Rm 8, 1ss) es motivo de alegría por la reconciliación con el Padre y el logro de la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Nuestra Señora la Virgen de Dolores, será celebrada este 15 de Septiembre, recordando que Ella siempre está cercana a Cristo en la cruz y a todos los que sufren la pandemia del Covid-19 y las demás pandemias provocadas por las esclavitudes espirituales. Que Ella interceda para que se siga construyendo la libertad integral y auténtica que el pecado arruina, pero sobre la cual dice el mismo Cristo liberador del hombre curando a aquel paralítico de cuerpo y alma: “Ten ánimo, tus pecados te son perdonados” (Mt 7, 2)

Escuintla de la Inmaculada Concepción, Septiembre del 2021