Queridos Hermanos:
Este domingo 6º del Tiempo Ordinario celebramos con toda la Iglesia la Jornada Mundial de Oración por los Enfermos.
El Papa Francisco nos propone un tema hermoso: “Hijo ahí tienes a tu madre; madre ahí tienes a tu Hijo” tomado del Evangelio según San Juan, recordando también a Nuestra Señora de Lourdes, con su santuario donde el Señor ha concedido tantas curaciones, proclamamos la acción de gracias al amor de Dios por nuestros enfermos.
La misma Palabra de Dios nos abre a este tema: el libro de Levítico proclama “proscrito” de la comunidad al enfermo de lepra, esa enfermedad cuyo nombre deriva de “léper” o escama donde la persona va muriendo poco a poco, hoy sabemos que es por el bacilo de Jansen, pero antiguamente era un “callejón sin salida, un muro de muerte”. Incluso se pensaba que se debía al pecado, como clama el salmo: “Perdona, Señor, nuestros pecados”.
Pero es en el Evangelio, en la Buena Noticia donde se nos invita a contemplar la acción de Dios quien “sí puede curar nuestros males porque nos ama, porque está de parte nuestra” (Romanos 8, 2ss):
- Cristo pasa curando tantos males y de pronto se encuentra con el “caso imposible, con el signo del castigo al pecado” con un caso de lepra;
- El leproso le dice “Si quieres, puedes curarme” y el Señor lo dice claramente “Quiero, queda limpio”: ¡El Señor desea nuestra salud, nuestra vida, nosotros quizás dudamos de esa buena y amorosa voluntad suya!;
- Pero de modo maravilloso y misericordiosamente, el Señor “toca al leproso” contraviniendo no sólo una indicación sanitaria, sino mostrando que Él está cerca de quien sufre en el cuerpo o en el espíritu: ¡imitemos al Señor que no se queda a distancia y se acerca y contacta el dolor humano!.
Es más, como bien nos enseñó San Juan Pablo II en su carta “El valor de salvación del dolor humano”, el mismo Hijo de Dios padeció, mostrándonos que el dolor de la enfermedad no es producto del pecado, sino de la condición débil de todo ser humano: ¡recordemos nuestra fragilidad nosotros que no sabemos acercarnos al enfermo, al anciano y a que sufre!.
Es por ello que hoy escuchamos también a San Pablo quien nos da testimonio de su vida donde “se ha acercado a todos, donde se ha hecho todo con todos” (segunda lectura).
En esta Jornada del Enfermo, en este domingo de contemplación de Cristo Médico, recordemos las situaciones sanitarias lamentables de nuestros hospitales y centros de salud, el precio altísimo de los medicamentos, pero sobre todo la falta de solidaridad y caridad cristiana para con enfermos y ancianos.
Que María Santísima, Nuestra Señora de Lourdes, sea la “madre cercana” que Jesús indica a Juan en la Cruz.
Que ella interceda por todos aquellos que tienen servicios sanitarios, que ejercen la medicina o el cuidado de los enfermos y que todos seamos “misioneros de la misericordia del Señor” procurando la atención no solo sanitaria sino espiritual a todos los hermanos que sufren hoy, una imagen de todo ser humano, de nosotros también.