Mensaje Pastoral
con ocasión de la Cuaresma 2022
No nos cansemos de hacer el bien
cf. Gal 6, 9-10
A los Párrocos y comunidades católicas de Escuintla
A las Religiosas y Agentes de Pastoral
A las Asociaciones de Piedad Popular
Al Pueblo de Dios en camino sinodal en Escuintla
A los hombres y mujeres de buena voluntad de la sociedad escuintleca
Hermanos en el Señor:
El inicio de la Cuaresma en este año del Señor 2,022, marcado el mismo por la prolongación de la Pandemia del Covid y la presencia de otras pandemias que afligen a nuestra tierra y a sus hijos, no deja de ser ocasión para “volver al Señor, a la amistad con Él y tener así el don de la paz” (cf. Job 22, 21). Es decir, aparte de la misma Pandemia y sus causas naturales, las consecuencias de la ruptura de nuestra relación con Dios por el pecado, siempre agravan y profundizan el sufrimiento de tantos a lo largo y ancho de Escuintla; mientras ejercemos el cuidado de la salud física, éste es el tiempo de recuperar la salud espiritual integral.
Como nos indica el Santo Padre Francisco en su Mensaje para esta Cuaresma, es importante “no cansarnos de hacer el bien para cosechar los frutos a su tiempo”, no cansarnos de orar – hoy especialmente unidos al Papa por la Paz mundial- «ni de sacar el mal de nuestras vidas, ni de hacer el bien a nuestros hermanos” (Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma del 2022). Él desde el inicio de la Pandemia y siempre, el mismo Pontífice es un hermoso ejemplo de perseverancia en la lucha por la paz, en el llamamiento a las conciencias de la necesidad de un mundo que supere el mal de la división y trabajo por la unidad fraternal entre todos.
Siendo realistas y positivos, contemplamos que existe innegablemente una fuerza de resiliencia espiritual que hace frente diariamente a los embates de la violencia, de la inoperancia de la justicia, de la indiferencia y de la profusión del vicio. La lucha por la supervivencia económica de cada día ante el encarecimiento de todo, el recurso a Dios en familias y personas individuales, logra mantener viva la llama de la esperanza en tantas familias afectadas por la Pandemia y sus consecuencias, pero también por la incerteza del rumbo de la vida nacional y regional. Por ello, porque hay aún mucha fortaleza, es muy bueno tener la certeza en esta Cuaresma y siempre de lo dicho por el mismo Señor: “En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación” (2Co 6, 2).
Me animo a compartir con todos Ustedes, las que considero tres oportunidades especiales para “volver a la amistad con Dios”, al trato de hijos reconciliados con el Padre, en esta Cuaresma tan especial:
1) Todos pecaron, a una se pervirtieron (Rm 3, 23). Una Cuaresma en camino sinodal:
La afirmación de San Pablo en la carta los Romanos es muy fuerte, es casi imposible decir que no haya un ámbito de la estructura social, familiar y de la vida personal donde no deje huella lamentablemente el pecado. Un pecado que anula la paz como shalom, como relación adecuada con Dios, los hermanos, el mundo, consigo mismo. Curiosamente estando en el camino sinodal al que nos invita Papa Francisco, descubrimos que el “pecado social o comunitario” es innegable, pero no reducible a culpabilización de sectores o clases sociales, más bien, “en general” y aún en ambientes de supuesta práctica religiosa percibimos el aquel “misterio de iniquidad” indicado por San Agustín y recordado por San Pablo VI; se ha metido la mentalidad del mundo y su vanidad, su orgullo y su falta de piedad en todos los ambientes: una mentalidad que engaña y hace adorar lo que no es Dios (cf. Papa Francisco: la condena de la idolatría del dinero, la codicia y la especulación).(Papa Francisco, Audiencia General 5 de Febrero 2020) Así en municipios escuintlecos donde reina la violencia, el abuso infantil, la infidelidad matrimonial, el amor al espectáculo del mundo, la complicidad con la promoción del vicio vale asumir también “sinodalmente” o sea “en camino común” la senda del regreso a Dios. De hecho desde el Miércoles de Ceniza ante ese signo de arrepentimiento, se nos recuerda, “Convoquen a todos… aún a los niños pequeños… diciendo: Perdona, Señor, a tu Pueblo” (cf. Joel 2, 12-18).
La Cuaresma no es tiempo de inculpaciones, sino de reflexión también comunitaria para actuar como dice Papa Francisco “sin malicia contra nadie y con caridad para con todos” (Papa Francisco, Conferencia Internacional para la prevención de abusos a menores y personas vulnerables, 18 de Septiembre 2021).
2) Como colaboradores con Él, también os exhortamos a no recibir la gracia de Dios en vano (2Co 6, 1). Un llamado a la reconciliación para tener esperanza:
El mismo San Pablo, consciente que la vocación de la Iglesia es invitar a la reconstrucción de la relación con Dios, aquella que Job llama “amistad con Él”, insiste a todos a aprovechar el tiempo oportuno, la Cuaresma en este caso. En efecto, este ciclo no es una introspección vacía, un recuerdo desesperado de las culpas sino un encuentro con quien está dentro de nosotros, “llamando a la puerta del corazón” (cf. Ap 3, 20) para acompañar un camino de perdón pues Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 18, 32). Buscando dicha senda hacia la vida, lo hacemos también sinodalmente, solidariamente, pues si bien los pecados de cada uno implican la responsabilidad propia, esa dimensión social del pecado antes mencionada nos avoca a desear la salvación de todos, tal y como la quiere el mismo Señor y lo afirma San Pablo recordando que Cristo salvó a su Iglesia, a su Cuerpo de muchos miembros (cf. 1Co 12, 1ss) pues es el “primogénito de muchos hermanos” (Rm 8, 29).
Del compromiso personal y sobre todo comunitario, surge la esperanza no solo de un futuro mejor, sino de una situación de Gracia que transforme también integralmente las vidas de los que sufren las consecuencias de los pecados comunitarios, esperanza que ilumina todo el camino cuaresmal, sabiendo mientras seguimos al Señor, “en quien hemos puesto nuestra Fe” (cf. 1Tm 1, 12). Que las prácticas cuaresmales de la limosna, el ayuno y la oración y sobre todo el Sacramento de la Reconciliación, sean la respuesta al llamado del Apóstol a reconciliarnos con el Dios que nos ama, nos busca y desea nuestra restauración espiritual.
3) Tomó sobre sí nuestras culpas, sus heridas nos han curado (cf. Is 53, 1ss). La Cuaresma celebrada con el esfuerzo de todos, superando el cansancio espiritual:
Es claro que la perpetuada situación de Pandemia y sus consecuencias, limitará las hermosas y válidas muestras de Fe del pueblo católico en estos días de restauración espiritual. Pero ante la imposibilidad de esas celebraciones tan importantes, se ofrece la oportunidad de salir al encuentro de Cristo que pasa, no procesionalmente, sino en todos y cada uno de los hermanos, especialmente de los más necesitados. Con todo, como Iglesia diocesana haremos el esfuerzo de vivir adecuadamente estos días que no son “el verano y la vacación” en Semana Santa, sino el momento de contemplar el amor de Dios derramado en el Misterio Pascual de su Hijo.
De modo práctico, escuchado el parecer de los Párrocos, quiero recordar a todos y especialmente a las Hermandades, Asociaciones, Cofradías, etc. de Piedad Popular:
- Para realizar cualquier procesión, velación, viacrucis, etc. es importante consultar con el Párroco, pues en cada región las celebraciones son diferentes
- Se han de observar las medidas sanitarias, y si bien lo mejor es evitar la forma tradicional de las procesiones, ojalá haya creatividad como en los años pasados para utilizar vehículos, etc. buscando en todo la salvaguardia de la salud del prójimo, no podemos tomar ejemplo de otras reuniones sociales, deportivas, artísticas, comerciales, sino que debemos actuar uniendo a la Fe la Razón de acuerdo a las restricciones indicadas por Municipalidades, Ministerio de Salud, etc.
- Es importante en la planificación de actividades alternativas a las procesiones, evitar deudas y gastos en contratos musicales, etc. y de alguna forma ejercer mejor la “liturgia de la caridad” para con los empobrecidos por la Pandemia y el alza del costo de la vida en estos tiempos
Mantengamos pues, un espíritu de conversión “sin cansarnos de hacer el bien”, confortados por la Gracia de Dios que desea nuestra restauración espiritual e integral: cuidemos del hermano responsablemente en todo lo que hagamos, pues de ello se nos pedirá cuenta al final de la vida, “¿Dónde está tu hermano?” (cf. Gen 4, 9)
Y unidos de nuevo al inicio de esta Cuaresma a los anhelos del Papa por la paz mundial, unidos en el camino sinodal de la Iglesia universal, perdimos a la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eterna.
Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo,