La salvación para todos en lo sencillo

Solemnidad de la Epifanía del Señor

Queridos hermanos y hermanas:

Este Domingo de la Epifanía o “manifestación del Señor a todos los pueblos”, es la culminación del tiempo de Navidad: mañana lunes 9 de enero tendremos la Fiesta de Bautismo del Señor y entraremos en el “tiempo ordinario”, ocasión para encontrar al Señor “todos los días en todos los aspectos de nuestra vida”.

Pero hoy la atención va a los hermosos signos que nos trae la Palabra de Dios mediante tres mensajeros, escuchándolos, nos demos cuenta de que Epifanía es ocasión de contemplación, acción de gracias e impulso misionero de la Iglesia:

  1. Isaías en la primera lectura: Aquel que nació en Navidad es la “luz para todos los pueblos: toda la Humanidad simbolizada precisamente en lo que Israel llamaba “pueblos” es beneficiada por la luz abundante del Mesías, que es al mismo tiempo “luz y camino” para “todo hombre que viene a este mundo” (Juan 1,9);
  2. Incluso aquellos que eran considerados “paganos” es decir no herederos de la bendición de Abraham son objeto del amor cuidadoso de Dios, que ha enviado a su Hijo, tal como lo afirma San Pablo en la carta a los efesios;
  3. Finalmente el Evangelista San Mateo recoge la famosa escena de la “visita de los magos de oriente”: ellos son símbolo de aquellos “pueblos, naciones, culturas” que había anunciado Isaías y cantado San Pablo. Personajes que nos remiten a “todo hombre que  busca sinceramente a Dios en su corazón” (San Juan Pablo II), evocan para nosotros al menos dos exigencias delante del Pesebre de los Reyes Magos frente a Jesús: en primer lugar, al contrario de Herodes que niega al Mesías que ha nacido y tratará de  eliminarlo, ellos saben reconocerlo en la sencillez de un pequeño pueblo (Belén) y de una madre con un pequeño, la presencia de Dios.

Ellos nos invitan “hacer camino” todo este año nuevo, siguiendo los signos que, como la estrella, nos invitarán a salir de nosotros mismos y encontrar al Señor en lo sencillo y humilde. También se nos invita a ser “signos que orienten a Cristo” para cualquier persona, de cualquier condición y modo de pensamiento y de vida, pues la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.

Dispongámonos a ir más allá de la mera celebración tradicional, con todo su valor simbólico, para entender el hermoso proyecto de Dios, una salvación a la que nosotros también colaboramos a orientar todo el año nuevo mediante nuestras palabras y acciones: ¡busquemos, encontremos y llevemos a toda persona al encuentro con el Señor, humilde pero grandioso Señor recostado hoy en un sencillo pesebre!.