Jornada Mundial de la Paz

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Mensaje para la
Quincuagésima quinta Jornada Mundial de la Paz

Muy queridos amigos, queridos hermanos, su servidor monseñor Víctor Hugo Palma, les dirige brevemente un mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, de este 1ro de enero del año 2022. Estamos en la quincuagésima quinta jornada de oración por la paz y el tema que el Papa hoy nos ha propuesto es un tema interesante: «El diálogo entre generaciones, la educación y el trabajo, como caminos para la paz».

Recordemos ante todo que la paz, es el mensaje que la Iglesia debe llevar. Cuando vayan a una casa, toquen y digan: la paz esté con ustedes. Cristo mismo es la paz, el príncipe de la paz, que ha venido a este mundo a poner paz entre Dios y los hombres y también entre los hombres entre sí.

Él murió en la Cruz, para que aquellos que se odiaban se reconciliaran como hermanos. Lo dice Efesios 2, 14: «Él es nuestra paz, ha derribado con su cuerpo el muro del odio». Vivamos, pues esta jornada de oración por la paz en oración porque el mundo, antes respetaba Navidad, respetaba el año nuevo, hoy las guerras continúan o por lo menos vientos de guerra, temores de guerra a nivel internacional y mucho conflicto.

Queridos hermanos, entre nosotros mismos vivamos esta jornada en espíritu de oración.

  • Diálogo entre generaciones para construir la paz

El primer camino que el Papa propone es el diálogo entre generaciones. El desarrollo tecnológico ha hecho que cada generación se encierre más en su momento presente. Imaginemos esos países donde ya no nacen niños y donde la gente pudiera tener los hijos, pues con cierta facilidad económica, pero no. Son generaciones del presente, yo y tú y sobre todo yo. Es una generación cerrada en su presente.

Hoy los medios sociales llevan mensajes muy rápidos y el joven suele escuchar más las redes sociales que a sus propios padres y los padres han perdido el interés de dialogar con sus hijos. Se pierde la memoria de la familia, se pierde el por qué estamos aquí se pierde el quienes somos. Naturalmente, hermanos, esto es una propuesta que el Papa hace, que tengamos siempre ese diálogo entre generaciones, dejar de dialogar entre comillas, con los medios de comunicación, para escucharnos, intercambiar no solamente historias, sino motivos de vida. Es el primer camino fundamental: el diálogo entre generaciones.

  • La instrucción y la educación como motores de la paz

El segundo camino que el Papa nos propone es el tema de la educación. Sin educación no es posible un desarrollo integral de la persona. La educación no es solamente saber datos que están todos en Google, que están en la enciclopedia electrónica, la educación es educar sobre todo el corazón. Hay una frase excelente de un empresario de otro país que decía: «El corazón del desarrollo, es el desarrollo del corazón». Cuando se enseñan valores, cuando se enseñan valores con el ejemplo, la educación es el camino de la paz. «Las palabras convencen los ejemplos arrastran», decía hace tantos siglos Séneca, un famoso autor.

El Papa habla de la educación, porque con esto de la pandemia ustedes saben, la educación se ha visto tremendamente afectada. Si ya las generaciones ya tenían crisis de comunicación, con la pandemia y la educación se ha venido al suelo por más que sea virtual o quiera ser virtual, falta un esfuerzo grande por rescatar lo que es un medio de pacificación. Un pueblo que no conoce su historia y que no la conoce bien, se deja llevar de cualquier falsa información. Educación en la verdad de quién es Dios, de quién es el hombre, de qué es el mundo y de qué es la historia, es lo que el Papa nos propone hoy.

  • Promover y asegurar el trabajo construye la paz

Y finalmente hermanos el Papa, nos habla de un camino muy importante para la paz, el trabajo. Y volvemos a recordar que la pandemia ha hecho perder millones y millones de trabajos en el mundo. Se habla de que mucha gente, que había alcanzado un cierto nivel de desarrollo, para la salud para el pan de cada día, cayó de nuevo en la pobreza y esto va a llevar mucho tiempo. Mucha, buena voluntad, mucho esfuerzo, volver a ser del trabajo ese medio que brinda el pan de cada día. Recordemos que el trabajo es un trabajo que tiene que ser justamente remunerado y justamente realizado.

La santificación del trabajo es una tarea para todos, para quien lo da y para quien lo ejecuta, pero sobre todo es un trabajo que debe ver la dignidad de la persona. La Iglesia no se interesa por qué hay un desarrollo de abundancia de bienes si no que un desarrollo del trabajo, realmente realice a las personas. Hay que dar oportunidades de trabajo, aunque las situaciones han llevado a cerrar millones de empresas, pues hay que ver cómo ese pan de cada día que le falta a esa familia, porque el padre o la madre perdieron el trabajo, que esa oportunidad vuelva a ser aquella de cada día.

Trabajemos por la paz, en Guatemala hemos celebrado el 29 de diciembre los 25 años de los acuerdos de paz. Los acuerdos nos recuerdan que la paz tiene dos aspectos, es un don de Dios (Jn 14, 27). Por qué tantos años de guerra civil, tantísimos miles de fallecidos muertos y las situaciones que generaron, terminaron no totalmente con unos acuerdos, si no comienza la tarea de la implementación de los acuerdos de paz.

Recordamos con tanto cariño al conciliador nacional, el cardenal Rodolfo Quezada toruño y también a monseñor Juan Gerardi, que se vio en esa tarea del acercamiento.

Sigamos celebrando la paz, vivamos la paz, trabajemos por la paz y recordemos algo fundamental, san Agustín que vivía en un tiempo de muchas guerras y de muchos conflictos en su ciudad de Hipona decía: cuando yo quiera predicar la paz, no voy a ir a la plaza, voy a entrar en una casa porque la paz nace en el hogar, cuando estamos en la mejor relación con Dios y con nosotros.

Qué hermosos los pies del mensajero que anuncia la paz (cf Is 52, 7), que esa paz del Señor esté con todos ustedes en este día en que recordamos a María, la Madre de Dios, madre pues de la paz.

María intercede por la paz en Escuintla y en nuestros corazones. Amén.