Extraño y novedoso DPI/CUI

Monseñor Palma - Mensaje Pastoral

Monseñor Víctor Hugo Palma

Según Papa Francisco, “con las bienaventuranzas Jesús nos da los “nuevos mandamientos”, que no son normas, sino que señalan el camino de la felicidad que Él nos propone… es más, ellas son la carta de identidad del Reino de Dios y de los cristianos” (cf. Catequesis sobre las Bienaventuranzas 29  de enero de 2020). Contemplando su contenido en la Buena Nueva de mañana, en ellas se nota:

1) Por una parte su “extrañeza”, ¿cómo pueden ser dichosos (en griego “makarios”) los pobres, los perseguidos por su deseo de santidad o “justicia”, los que lloran, etc.? Se trata de una “visión diferente” de las situaciones humanas que el mundo condena, de las cuales huye… Ciertamente ni se bendice la pobreza material ni se promueve el sufrimiento, sino que a los ojos de Dios resulta que ellos son objeto de su atención, de su preferencia. Y no están dirigidas solo a los cristianos, sino en cierta forma a toda la Humanidad. A esa Humanidad que resiste el aceptar sus fracasos cuando lo que prevalece es la ley del egoísmo, la ganancia, la falta de solidaridad y cercanía a los que considera “desechables”. Aquel que las formula es el modelo ejemplar de su contenido: Jesús de Nazareth, profeta misericordioso incomprendido por sus mismos paisanos dado su apego a la voluntad del Padre.

2) Por otra parte, en estrecha relación con su extrañeza, está su novedad en cuanto al método para ser feliz, deseo generalizado de la Humanidad, se trata de vivir la libertad ante todo de sí mismo, saliendo del estrecho y asfixiante círculo de los propios intereses y caprichos para abrirse a la lógica con que Dios ve a su mejor criatura, el hombre, el cual no se puede comprender a sí mismo sino a través de quien lo ha creado; todas las desviaciones antropológicas actuales de la ideología de género, de una mal usada IA (Inteligencia Artificial), de abismo de la droga y pornografía, derivan del “narcisismo” de quien creía haber logrado ser “como dios” hasta que la pandemia, la prolongación de una guerra sin sentido ni justicia, los temores a la recesión lo han vuelto a poner delante de sus límites.

3) Es por ello que la puerta de entrada y clave de todas las bienaventuranzas es la primera: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”, donde:

a) La pobreza de espíritu (en el griego: “en kardīa” o “de corazón”) supone que Dios sea el mayor valor de la persona, su más grande anhelo, su “norte” y criterio de toma de decisiones, según lo que el corazón significa en la Biblia;

b) Donde la pobreza es la actitud de dependencia de Dios, la cual puede tener desde un trillonario hasta un miserable material. Con ello, las Bienaventuranzas son un reto al hombre a volver a tomar el lugar que le corresponde y “dejar a Dios ser Dios, sin querer sustituirlo por el ídolo de sí mismo”.

Ante una sociedad marcada innegablemente por la violencia delincuencial, por un proceso electoral tan complejo y cuestionado como pocas veces, ante el innegable materialismo que condiciona hasta la relación política y religión usando el nombre de Dios en vano (cfr. Mensaje Conferencia Episcopal 27 de enero de 2023), cabe recordar esos “caminos de felicidad extraños” pero de auténtica identidad cristiana, siguiendo el modelo del perfecto pobre, Cristo, que se hizo tal en cuanto dependiente del Padre para enriquecernos con la Gracia de su ejemplo y la felicidad que encierra el mejor DPI/CUI cristiano: volver a ser hijos y no rivales de Dios; ello es poseer ya el Reino.