Queridos hermanos:
Este domingo, al igual que el anterior con el milagro de las Bodas de Caná, se nos hace una llamada, se nos propone una vocación, pues estamos aún al inicio del año civil; cada día de este nuevo ciclo de tiempo hemos de escuchar la Palabra de Dios, tal como es, como una “espada de dos filos” (Hebreos 4, 12) que consuela, alegra, anima, pero también nos denuncia, nos incomoda, pues es la Palabra que salva y sana más allá de las expectativas y gustos humanos.
Evitemos siempre el hacer una “lectura selectiva” como se hace en las sectas derivadas del error protestante: ¡no hay una biblia de mis gustos dentro de la verdadera Palabra de la Escritura!. Es por ello que también hemos de evitar las interpretaciones personales, que puede ser errores y gustos más que verdades.
Hoy el pueblo de Israel en la primera lectura del libro de Nehemías, se alegra “no solo al escuchar la proclamaciòn de la Palabra, sino por recibir su explicación”. ¡Evitemos aquellos “estudios bíblicos” donde se enseña lo que agrada al materialismo, al egoìsmo, a la vanidad de la “prosperidad” pero se omite el tema de la caridad, de la justicia, de la necesidad de llegar a Dios mediante el amor al prójimo!.
El hermoso salmo 18 nos invita a proclamar: “Señor, tú tienes palabras de vida eterna” lo cual es cierto excepto cuando usamos esa Palabra de Dios para buscar venganza, justificaciones para nuestros errores o vicios, como hacen las sectas e incluso católicos que no buscan una “lectura integral para la conversión integral” dice el Papa emérito Benedicto XVI.
En la sinagoga de Nazareth Jesús descubre el sentido de toda la Escritura: es Él mismo, quien realiza un ministerio de “anuncio del año de gracia, de proclamación del tiempo del perdón, de liberación para los oprimidos y de gracia para todos”. Jesús es el “cumplimiento de la Palabra, pues Él mismo es la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros” nos recuerda San Juan (Jn 1, 14).
Y como lo enseña San Pablo en la segunda lectura de la Primera Carta a los Corintios, cuando la Iglesia escucha la Palabra con atención, con amor, con espíritu de obediencia real a ella, “la Iglesia vive de la Palabra” (Papa Benedicto XVI) da lugar a una comunidad no de prodigios, sino de hermanos con dones, con carismas que se ponen al servicio de todos.
Que dentro de nuestra Agenda 2019 no falten el tiempo y la meta de “escuchar siempre la Palabra de Dios” sabiendo que esa escucha es “todo un encuentro no con un mensaje, sino con una persona”.
Oremos para que todos los cristianos que “decimos leer, estudiar, proclamar la Biblia” no la hagamos una proyección de nuestras idolatrías materialistas, sino todo un llamado a dejarnos a nosotros mismos para vivir en el amor a Dios y a nuestros hermanos.
Recordemos finalmente la enseñanza de la Iglesia: “Todo lo que ocurrió a María en su vida de luz, de Fe, de encuentro con Dios, puede sucedernos a nosotros si escuchamos y vivimos la Palabra como ella lo hizo” (Papa Benedicto XVI).