Queridos hermanos y hermanas:
Conservando siempre la riqueza espiritual que ha dejado a toda la Iglesia la celebración del Año de la Misericordia recién culminado el domingo pasado en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, hoy iniciamos el “tiempo del Adviento” 2016 con la Palabra de Dios que nos señala la importancia de prepararnos a la venida del Señor: no solo para celebrar la Navidad anual, sino para elevar nuestra esperanza al momento en que Él venga y establezca completamente su reino de vida, verdad, justicia, reconciliación y paz; como los antiguos cristianos nosotros decimos desde este domingo: ¡Maranatáh, ven Señor Jesús! (Ap 22, 20).
Para vivir este tiempo “fuerte” de la Liturgia se nos invita a tres actitudes:
- A desear vivamente la transformación de este mundo, llenos no de temor al “fin del mundo mismo” como falsamente enseñan las sectas, sino con la esperanza de que la paz venza a la guerra, el amor al odio, así lo expresa la primera lectura del Libro del profeta Isaías, con una frase que se ha escrito en el edificio de las Naciones Unidas luego de las guerras mundiales: “de las espadas se forjarán arados, de las lanzas podaderas”. En verdad, el deseo de concordia y no de conflicto vive en todo ser humano, pero solo Aquel que viene puede darnos como don suyo la anhelada paz con Dios, con los hermanos y con nosotros mismos;
- A tomar en cuenta el momento en que vivimos, como lo indica la segunda lectura de la carta de San Pablo a los romanos: mientras que siempre hay “alarmismos” por el fin del mundo, por otra parte es tan fácil, incluso para los cristianos, caer en un “adormecimiento” y no velar por fin la historia. Las actitudes tan concretas que el Apóstol pide son claras para todos: ni comilonas, ni borracheras, ni lujurias ni desenfrenos, etc. ¡Es tan triste que este tiempo de preparación espiritual a la Navidad de Jesucristo y a su segunda venida sea en cambio tiempo de mercantilismo, de consumismo y muy poco de solidaridad y preparación espiritual!. Que hermosa es pues la frase de San Pablo: “La noche está avanzada, se acerca el día, dejamos las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz”;
- No descuidemos, pues nuestra vida, dice finalmente Jesús en el Evangelio, como “aquellos que en tiempos de Noé desecharon el aviso del diluvio” y no se prepararon al futuro. Esta advertencia del Señor Jesús es fruto de su amor por nosotros: su voz, en el Evangelio según San Mateo cuya lectura iniciamos este ciclo, debe “despertar nuestras conciencias”. Jesús habla de “separaciones”: uno será dejado, el otro será llevado, pero con ello no trata de imponer miedo o pánico en nosotros, ¡el Señor que viene es aquel que ha dado su vida por nosotros, el que nos ama profundamente!.
Por ello invita a una actitud “como la de un padre de familia” que vela con amor para cuidar de su familia: ¡velemos también nosotros para no perder en este Adviento la oportunidad de progresa en la fe, la esperanza y la caridad propias de un cristiano que “vela con alegría y desea vivamente la venida del Señor Jesús”.
Que nuestra Madre Inmaculada, Patrona de Escuintla y a quien celebramos en Adviento sea el modelo de preparación para la venida del Señor con un corazón puro, esperanzado, alegre y lleno de misericordia.