“Entonces Jesús dijo a Pedro: Rema mar adentro (duc in altum) y echa las redes para pescar” (Lc 5, 4). La Buena Noticia de mañana es la síntesis de la tarea misionera de la Iglesia de Cristo en el mundo: ir “más allá de la orilla” de la comodidad de una “cristiandad establecida” a lo largo de los siglos, y retomar de su Señor el impulso de “pescar hombres”, es decir, rescatar a la Humanidad del océano de iniquidad que se ha apoderado de tantos escenarios de las vidas cotidianas.
De hecho, el mar en la biblia significa ese “ambiente impredecible como oleaje continuo, pero manejado por las fuerzas del mal”, en Apocalipsis 21,1, en la nueva creación “el mar ya no existirá”. Un mar que contiene la extraña mezcla de “peces buenos y malos” (Mateo 13, 47-53) porque no todo es malo, pero las quejas de los adoloridos de la historia se eleva hasta el Señor: las víctimas de la aparentemente inmortal planta de la corrupción, del desasosiego ante el valor conculcado de la vida del no nacido, ante la difusión de tanto “mal disfrazado de bien”, de perversiones con el disfraz de “nuevos derechos”.
El mandato misionero contiene el desafío de “dejar de hacer las cosas como hasta ahora” —Pedro alega que “ha pasado la noche entera bregando sin conseguir nada”— y dar paso al extraño aprendizaje de un pescador sabio a un humilde carpintero.
En el “duc in altum” —salir de la orilla al mar profundo— la Iglesia encuentra actualísimamente dos campos de servicio al Evangelio que no le pertenece pero que tampoco “puede callar”:
- La juventud guatemalteca y mundial, buena como siempre, capaz de esperanza y deseosa de nuevos caminos de construcción del bien a través de la justicia, de la paz, de la reconciliación, esa juventud a la que, como eco de la Jornada Mundial tenida en Panamá, los obispos se proponen servir para “realizar sus sueños” de bien (Papa Francisco, Homilía en Panamá, 27 de Enero 2019; Mensaje de la Conferencia Episcopal de Guatemala del 8 de Febrero 2019). Para ir a ella, la Iglesia y los cristianos deben vencer su actitud de “hacer callar al joven solo porque no tiene experiencia” y advertir su capacidad de “soñar realizando en el presente lo que muchos consideran utopías inalcanzables”. Esa misma juventud que migra, no por materialismos o “sueños a la americana”, sino para sobrevivir de verdaderas pesadillas de pobreza/miseria, de peligro de la propia vida, del drama de las familias disfuncionales donde han crecido.
- La dimensión política de la sociedad, actualmente en “fase de calentamiento” en Guatemala, para la cual reafirma Papa Francisco (2 de abril del 2013): “La política puede ser la forma más alta de la caridad”, media vez los ciudadanos mismos no la perviertan, sino participen con recta intención. El “ciudadano” (del latín “citatorium” el “citado, convocado” al bien común y no beneficio propio”) será el gran protagonista para “ayudar a pescar hombres”, no en el triste proselitismo de siempre, sino en la formación de la conciencia ética para elegir al mejor y lo mejor, a pesar de sacrificar lo conveniente.
“Dejándolo todo lo siguieron”: el final de la escena es una invitación a seguir al Divino Pescador sin servir a ideologías —de género, de seguridad nacional, de populismos, etc.—, sino a la verdad del mismo ser humano, que solo se comprende a la luz del Verbo Encarnado (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 22).