¿Dios trinitario? No tomarás el nombre de Dios en vano

Monseñor Palma - Mensaje Pastoral

Monseñor Víctor Hugo Palma

Según el principio del mundo antiguo “nomen est persona” (el nombre equivale a la persona en su identidad), se comprende que el mandamiento —nada menos que el segundo— “No tomarás el nombre de Dios en vano” (cf. Deuteronomio 5, 11; Éxodo 20, 7) se refiere a toda falsificación ideologizada y a todo uso conveniente a otros intereses de la persona de Dios en su ser Padre, Hijo y Espíritu Santo (Catecismo de la Iglesia, 237).

En otras palabras, es cierto que más allá del “misterio de Dios” que siendo tres personas, es uno solo, la Buena Nueva en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, invita más que a comprender racionalmente ese “misterio” (del griego mistés = que requiere una iniciación), a aceptar que problema es apartarse del Dios revelado por Jesucristo y hacerle “caricaturas” de conveniencia:

1) Un Dios que pide a la salvaguarda de la naturaleza, suya —pensando sobre todo en Dios Padre— pero que ve cómo se atenta contra lo más “natural” es esa obra, la persona humana, proponiendo la destrucción de a diferencia “hombre-mujer”, alentando a someter a la persona a la famosa inteligencia artificial para “mejorar la especie”.

Siguiendo la recién pasada “Semana de la Encíclica Laudato si” del papa Francisco, en su octavo aniversario, se recuerda que los “políticos verdes” coinciden muchas veces con los “antinaturales” allá sobre todo en los países “desarrollados”. Así, el “olvido claro del autor de lo natural” produce una ecología atea que lleva a lo antinatural, a toda clase de perversión “globalista” del cuerpo y mente humanos, mientras se diviniza, casi, una ética que destruye a la persona parte de lo creado, de lo contingente, de lo que nace y respira, pero que tiene un destino más allá de lo solo natural, cayendo en lo que el “filósofo de miedo” Thomas Hobbes (1588-1679) predecía: “Llegará el día en que todos los seres humanos vivos tengan los mismos derechos”;

2) La no comprensión de Dios por vía totalmente racional como “Trinidad” —aún cuando su existencia como “Dios” sí se puede abordar por dicha vía— invita a acercarse a él en su “esencia”: “Dios es amor” (cf. 1 Juan 4, 8), en su revelación privada a Nicodemo, Jesús define el “gran amor de Dios” que llega a la entrega del Hijo, quedando para hoy la tarea de “reeducar en el amor”, palabra “depósito de miles de sentidos falsos” como el afecto/pasión del erotismo, de la antigua droga de la pornografía y prostitución, como la reducción del amor al “perrito convertido en hijo” al que se refirió Papa Francisco ante la mascota que no quiso bendecir (16 de mayo 2023);

3) No menos grave en ese “tomar el nombre de Dios en vano” vaciarlo de lo que es un conocer y seguir a Dios éticamente, produciéndose la manipulación política de la Fe popular, católica o evangélica y de toda clase, cuando las candidaturas de “predicadores” llenan las papeletas, aludiendo, tarde o temprano a que “están allí por la voluntad de Dios”. “Den al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios” (cf. Lucas 20, 25) sigue siendo un desafío ante la maleabilidad y manipulación del mensaje bíblico. Así, incomprensible para la mente, el misterio trinitario se aborda por la vía del “conocimiento práctico del amor” (Papa Francisco, 8 de junio 2018). Una vía es también posible ante el Padre, Hijo y Espíritu Santo en su “vivencia más que en su comprensión”, el amor al hermano, imagen imperfecta pero siempre imagen del Dios de Jesucristo.

En resumen: no falta religión, alabanza y culto, pero faltan una adecuada razón, una ética seria y una vivencia del amor para llegar a la Trinidad. Y falta evaluar la fe en un Dios que al que se da alabanza, pero no provoca amor, justicia ni perdón, por lo que sirve el proverbio de Robert Musil (1880-1942): “En tiempos de falsificación de moneda, hasta la auténtica debe someterse a examen”.