Queridos Hermanos:
La Palabra de Dios nos regala este domingo una enseñanza fundamental para todo cristiano, se nos invita a poner la fe, la confianza en el Señor, imitando a los niños que “se abandonan” en los brazos de sus padres”.
Pareciera algo sencillo, algo lleno de ternura como en realidad lo es nos dice el Papa Francisco, descubrir que el Señor es el Padre de Misericordia que nos acoge, nos cuida, vela por nosotros. Y sin embargo para “abandonarse en manos de Dios” se requiere mucha madurez, con la ayuda del mismo Señor hemos de superar los temores, las malas confianzas en el materialismo, la duda de si Dios está con nosotros o no: ¡pidamos al Espíritu Santo el don de la confianza en Dios Padre, maduremos como cristianos aunque el mundo ponga su confianza en el poder, el dinero, la fama, nosotros seamos pequeños en los brazos de Dios nuestro padre!.
La primera lectura nos coloca “dentro de la mente” de los malvados que ponen a prueba al hombre justo haciéndole daño, “Veamos si Dios le ayuda”, toda una imagen de lo pasará en la vida el más justo y santo, Cristo el Señor, a quien sus enemigos decían frente a su cruz, “Veamos si viene Elías a salvarlo” (Mt 27, 45-54).
El salmo responsorial da la respuesta “desde el alma del justo” cuando éste dice: “El Señor es quien me ayuda”. Es la actitud de vencer las amenazas del mal con la fe en Dios, con la confianza en Aquel que no falla al que se pone en sus manos, ¡no confiemos en los líderes de este mundo, en los ídolos que no están vivos y que aprovechan nuestra debilidad!.
Pero es sobre todo el Evangelio el que nos enseña; el Señor Jesús se acompaña de sus discípulos que van con él pero no piensan como él, aún son hombres tentados del deseo de poder, de gloria. Buscan sus conveniencias y dan lugar a sus ambiciones en su corazón, ese corazón del que decía Jesús mismo el domingo ante pasado que de él vienen los malos deseos y las malas acciones.
El Maestro entonces los educa a no buscarse a sí mismos, sino a acoger el Reino de Dios “como los niños”. En tiempos de Jesús ciertamente el niño no tenía mucho valor social, aunque eran amados por sus padres no tenían “derechos del niño” como hoy: ¡se trata de abajarse para ser elevado por el amor divino!.
Pero sobre todo, como los niños pequeños que se duermen en brazos de su padre (Salmo 129) tener un amor de confianza y educar a la confianza. Sí Él es una esperanza activa, a la oración añadamos la acción por el bien, la paz, la justicia, el perdón.
En el mes de la Patria oremos por la purificación los corazones que viven de temores y causan temores en la violencia, la perfidia, la promoción del vicio. Y poniendo nuestra confianza en María la Dolorosa celebrada este 15 de Septiembre, ayudemos en familia a confiar en Dios, orando delante de los pequeños, con aquella sabiduría de Santa Teresa de Calcuta (5 de septiembre): “No te preocupes de dar consejos a tus hijos, solo recuerda que constantemente te están observando”.
El Señor conceda la paz por medio de la justicia a nuestra amada tierra y la bendición del trabajo y pan diario a todos sus hijos. Que podamos recuperar por la vía de la transparencia la confianza de unos a otros y se realizará el Salmo 32,12: “Bendito el pueblo cuyo Dios es el Señor”.