Percibido poco por la preocupación mundial por la pandemia, pero siempre percibido sobre todo por las comunidades cristianas, no sólo católicas, sino de otras denominaciones, desde octubre del 2021 se ha iniciado un “caminar juntos” para los mil trescientos millones de católicos y otros muchos millones invitados: es el camino “sinodal” que, como su nombre lo indica, se hace “juntos”, con tres actitudes señaladas por el papa Francisco:
1) Comunión: en la conciencia de ser parte de un solo Cuerpo de Cristo, con diferentes funciones y carismas (cf. 1 Corintios 12, 1ss).
2) Participación: asumiendo la responsabilidad de actuar con compromiso, para que se avance en la vida de la Iglesia, poniendo cada uno lo mejor de los dones recibidos (cf. 1 Pedro 4, 10).
3) Misión: salir del inmovilismo, no para “recrear la Iglesia, pero sí para renovarla a fondo” (P. I. Congar, citado por el papa Francisco, Apertura del Sínodo, 9 de octubre, 2021).
La Buena Noticia de mañana, 2do. Domingo de Adviento, se refiere al “camino que se prepara” para recibir al Señor que viene en Navidad. Un camino que se hace —valga la redundancia— “caminando”, avanzando hacia Él, quien a su vez, viene hacia todos. Un camino que es “de conversión” en la seriedad y exigencia del Adviento. Cierto, el robo de la Navidad pareciera ya irremediable, por el impulso al consumo desproporcionado de “necesidades creadas” y por el neo paganismo que habla de aquellas “fiestas de fin de año” sin aludir siquiera que el famoso “Christmas” proviene de la fusión de las palabras “Christi Misae”: la misa de Cristo, el momento celebrativo del evento que cambió la historia.
Hoy como nunca, el “caminar juntos” exige el rescate del verdadero Adviento, centrar de nuevo la persona de Cristo sin el cual nada queda de la verdadera Navidad (papa Francisco, Audiencia General 27 de diciembre de 2017).
Preparar un camino:
1) Que afecta a toda la Humanidad: para presentar a Juan Bautista que llama a “hacer el camino de conversión”. San Lucas parte de las más altas esferas de un mundo bastante marcado por la oscuridad de los cálculos y la violencia políticas del imperio de Tiberio, las agitaciones de los gobernadores (Poncio Pilato) y regentes locales (Herodes, Filipo, Lisanias), las jerarquías del sacerdocio judío alcanzadas “a compra venta” (Anás y Caifás), hasta llegar a la insignificante orilla del Jordán donde Juan “grita como voz en el desierto” (es decir, con el rugido del león, según Amós 3, 8) a un mundo sordo a la Verdad sobre la vida y la fe verdaderas.
2) Que tiene implicaciones de una ética vivida en las relaciones sociales: no robar, no extorsionar, no cobrar más de lo debido, no levantar falsos testimonios, no caer en la avaricia salarial… así lo dirá el Bautista a publicanos, soldados, etc. en la continuación de su enseñanza.
3) Que pide ser hecho sobre todo en familia: allí es donde se prepara bien o mal la Navidad; bien en el ejercicio de la paciencia, del perdón, de la fidelidad; mal, en la violencia, la mentira, el materialismo que da más importancia a las cosas que a las personas.
Vale por lo tanto y vale mucho, caminar “a la luz del Señor” (Isaías 2, 5), a la luz pues del que aún no ha llegado pero ya pide quitar todo bache o bloqueo del camino espiritual, “teniendo el valor de ver los obstáculos, nuestras tinieblas, para que la luz del Señor entre y nos salve” (papa Francisco, Casa Santa Marta, 06 de mayo de 2020).
Así lo auguran para el istmo centroamericano los obispos de la zona, reunidos la semana que culmina en un hermoso “ejercicio de sinodalidad”, como Iglesia que camina junto a los hombres, recordando que “una Iglesia sinodal es como un estandarte alzando ante las naciones” (cf. Is 11, 12. Papa Francisco 50 aniversario del sínodo de los obispos, 17 de octubre de 2015).