Queridos hermanos y hermanas:
Durante estos domingos, podemos notar cómo el Señor Jesús, Maestro siempre presente en la comunidad eclesial, nos va mostrando el misterio del Reino de Dios. Un “reino que no es de este mundo” (Jn 18,36) en cuanto no corresponde a los poderes del tener, del placer y del dinero que lo dominan.
Un reino que inicia cuando el Divino Sembrador, que es la misma Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 1) la ofrece a través de la “evangelización”. Recordemos que el error del protestantismo, separó a Cristo Palabra de la Palabra de Cristo, cuando dicen que la Biblia es la Palabra.
Ciertamente la Biblia “contiene la Palabra” pero ella es la semilla viva que entra en nuestro corazón cuando la escuchamos, la acogemos y la seguimos como camino de vida. Es una palabra diferente, de la que no podemos desconfiar, pues ella, en la hermosa comparación de Isaías, es como la lluvia que cae y hace germinar seguramente las siembras: ¡cuántas veces desconfiamos que la Palabra de Dios sea la solución de nuestras dificultades y la respuesta a nuestras dudas!.
El salmo responsorial nos da una clave importante: “Señor, danos de tu agua”, esa agua es Cristo, fuente del agua viva, fuente del Espíritu (Jn 7, 3). ¡Pidamos la gracia que descienda sobre nuestros corazones para dar el fruto de la conversión!.
En otras palabras, la semilla es siempre buena porque no es un libro (la Biblia) sino la persona del mismo Señor. Y sin embargo, frente a ella, la libertad del hombre y su historia pueden dar respuestas diversas:
- Superficialidad, como la roca que acoge pero al final se opone con dureza de criterios, costumbres arraigadas;
- Dureza de corazón que pospone la acogida y da tiempo al diablo para arrancarla del corazón;
- Adversidad, como la mala hierba que ha crecido o rodea nuestra familia, comunidad, sociedad. ¡Es la mejor explicación al esfuerzo a veces sin mayor fruto de una pastoral que no tiene en cuenta la situaciones de los corazones! ¡La conversión también requiere paciencia y oración en tantos casos!.
- Pero de modo real y esperanzador, hay quienes, los sencillos de corazón que sí acogen la Palabra y ella da el fruto al que está destinada.
Pidamos al Señor que por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, Estrella del Mar y Co-Patrona del Puerto de San José, sean muchos los “terrenos y corazones buenos” que en cada familia, comunidad y sociedad de Escuintla produzcan los frutos de la justicia, la honestidad, la misericordia y la paz.
Oh Virgen del Carmen, protege a nuestros hermanos del Mar, y pide para todos la conversión de corazón acogiendo a tu Hijo, Palabra eterna hecha carne en tu seno virginal. Amén.