Mensaje Pastoral a la Diócesis de Escuintla
con ocasión de los tiempos Adviento y Navidad 2019-2020
“Caminemos a la Luz del Señor”
Al Presbiterio de la Diócesis de Escuintla
A los Seminaristas Diocesanos
A los(as) Religiosos (as) en Escuintla
A los Agentes de Pastoral
A los Misioneros y Misioneras
A los hombres y mujeres que creen, aman y buscan la Luz y la Verdad en Escuintla
Queridos hermanos en el Señor:
El inicio del tiempo de Adviento y el sucesivo gozo del Nacimiento de Hijo de Dios son siempre ocasión de esperanza, de reflexión, de cercanía al que sufre y de “encuentro” con el Señor que viene: en su Palabra, en los Sacramentos, en el hermano, especialmente el más pobre. Un tiempo “fuerte” que se puede describir como un “camino” en el que Aquel que viene se acerca a todos y cada uno y nosotros mismos, ayudados por su Gracia avanzamos hacia Él mediante la conversión sincera y sus frutos, la caridad, la renovación de la vida. Recordemos que en realidad todos deseamos la Luz porque, porque en el fondo sentimos el peso de la tinieblas (1): pero nuestro deseo no puede ser pasivo, sino impulso espiritual hacia Aquel que es la Luz que brilla en las tinieblas (cf. Jn 8, 12).
Como camino entonces, del acercamiento de Dios acercamiento y de nuestra búsqueda de Él, no podemos sino recordar las palabras de San Juan Pablo II dirigidas al Cristo esperado: “Que el fulgor de tu nacimiento ilumine la noche del mundo, que la fuerza de tu mensaje de amor destruya las acechanzas del Maligno, que el don de tu vida nos haga comprender siempre más cuánto vale la vida de cada ser humano” (2).
Deseoso de proponerles “caminar en la luz y hacia la luz del Señor” comparto con todos estas reflexiones orientadas a suscitar ese deseo de avance, de transformación de nuestras vida en el Hombre Nuevo, creado en justicia y santidad (cf. Ef 4, 24 ), Cristo el Señor, a quien esperamos:
- Levántate, tú que duermes, y te iluminará Cristo (cf. Ef 5, 14):
Ya en el Primer Domingo de Adviento, San Pablo en su Carta a los Efesios pide “levantarse de entre los muertos, y dejarse iluminar por Cristo”. Estas palabras bien pueden dirigirse a las diversas formas de “sombras de muerte” que se dan entre nosotros, mencionables no con pesimismo, sino con realismo:
- En la sociedad escuintleca, de tantas personas buenas y de buena voluntad, pero aprisionada como departamento “altamente violento” por la presencia delincuencial en una tierra de tránsito, por la perversión de la justicia en impunidad, del derecho en privilegio de muy pocos, por la inoperancia de los tribunales y conocida y penosa asociación de las autoridades locales -municipales, comunitarias- y hasta de seguridad ciudadana al crimen organizado en todas sus formas.
- En las familias, verdaderamente laudables por su esfuerzo de sobrevivencia económica y frente a la inseguridad, pero aprisionadas ellas mismas en lo pecados graves de la infidelidad, matrimonial, la violencia intrafamiliar, la irresponsabilidad paterna y el paulatino acostumbrarse a la “disfuncionalidad” en los núcleos familiares.
- En la imponente sociedad productiva y comercial escuintleca, de propios y los ajenos, ciertamente acosados por los altibajos de la frágil economía nacional y local, por la inseguridad que exige altas inversiones económicas, pero llamada a la “conversión” a una actitud productiva que no olvide la dignidad de la persona humana y que detrás de un empleo menos, hay un pan menos para una familia escuintleca o guatemalteca. Llamada en fin, a colaborar con el “cuidado de la casa común” de frágil pero salvable condición ecológica su hay diálogo y buena actitud en la “sostenibilidad” tan requerida hoy a todos.
- A los cristianos mismos, católicos o no, llamados a ser “misioneros de esperanza y de cambio hacia el bien”, tan esforzados en la misión y celebración de la fe, pero tantas veces situados en un culto vacío en cuanto alejado del compromiso con la promoción integral de la vida, con su respeto desde la concesión hasta su fin natural y empobrecidos por una religiosidad “de consumo”, donde el deseo de “santidad” no coinciden ni con la misericordia, ni con la justicia y la construcción de la paz.
- “Señor, dale tu juicio al rey” (cf. Sal 72, 1):
El inicio del año 2020 estará marcado por la asunción de los servicios públicos en Escuintla: ¡Cuánto bien y cuánto mal dependen no solo de los elegidos a cargos públicos, también de la población que debe ahora ayudarles y exigirles responsabilidad y ayudar a su gestión pública!. Así, a la luz de las celebraciones del Nacimiento del Rey del Universo, humilde y verdadero servidor de todos, especialmente de los más pobres (cf. Lc 4, 1-16) como Iglesia pedimos a Dios y solicitamos de su conciencia el “permanecer en la luz y evitar las tinieblas de la corrupción, del servicio a intereses particulares, del alejamiento de la vida y necesidades de quienes les eligieron. En concreto, proponemos a todos ellos, los elegidos con esperanza y derecho a su desempeño responsable, aquellos cuatro pilares señalados por la Doctrina Social de la Iglesia y de toda conciencia recta,y que parten del principio fundamental del amor a Dios y al prójimo:
- Respeto a la dignidad de la persona humana: en ambientes de muerte, de promoción del aborto, de prostitución, de condiciones inhumanas en las cárceles locales.
- Búsqueda del Bien Común: por sobre el afán de enriquecimiento que lleva a la corrupción administrativa y de la justicia.
- Subsidiariedad: donde la persona no tiene el menor lugar, sino el primero y donde importa mucho ante decisiones que afectan a todos, por ejemplo en el cuidado del ambiente natural y su continua degradación.
- Solidaridad: para con muchos miembros de la sociedad escuintleca -los más pobres, los migrantes- que valen por ser personas pero necesitan del apoyo e interés de todos, especialmente de las autoridades elegidas para procurar del desarrollo integral.
Como antes dicho, el final de la temporada navideña, coincidirá con el asumir las responsabilidades de servicio social: ¡que los elegidos sean instrumentos del bien luminoso que se espera de ellos, sin importar su credo y no sirvan sus creencias para afianzar la impunidad y corrupción!.
- ¡Que alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor” (Sal 121):
Iniciemos, pues el hermoso camino de Adviento inspirados en la alegría activa y la esperanza inclaudicable que viene de la Fe en Cristo que se acerca. Cada uno, ponga al servicio de los demás los dones de Dios recibidos para avanzar de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida en este Adviento 2019:
- En el servicio de animación evangelizadora y misionera de los Sacerdotes y Religiosas: en este Adviento dentro del “Año de la Palabra de Dios”: ¡que conociendo de cerca los gozos y penas, las esperanzas y lamentos de nuestros hermanos les sirvamos en la predicación del Evangelio, la Santificación de los Sacramentos -especialmente la Reconciliación- y la organización de la caridad hacia los más pobres en estas semanas.
- En el servicio de los Agentes de Pastoral, de tan generosa entrega en Escuintla, viviendo desde la contemplación y oración, la propia conversión y el espíritu misionero hacia tantas comunidades especialmente de trabajadores de paso, de comerciantes, etc. llevando el mensaje y testimonio de la vida en Cristo que viene.
- En el servicio de la promoción de la caridad, la celebración de las “posadas”, novenas y signos hermosos de estos días: la Corona de Adviento, la confección del Nacimiento tanto en templos como en los hogares: iniciativas llamadas a ir más allá de la celebración misma, a tocar el corazón a la primera de las actitudes que demanda el Señor que viene: encontrarlo ya presente en los más pobres en el cuerpo o en el espíritu.
Que María Santísima, venerada en su Inmaculada Concepción, guíe nuestro camino:
- Preparándonos espiritualmente en “conversión de Adviento” mediante la Santa Confesión, como está escrito: “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.
- Invitándonos a escucha especialmente atenta de la Palabra divina y su reflexión, como Ella que “conservaba todas las cosas y las meditaba en su corazón” (cf. Lc 2, 19).
- Dándonos ejemplo del servicio a los más pobres, a los necesitados, como Ella que “fue a servir a su prima Isabel” portadora en su seno del Precursor de Cristo, San Juan Bautista (cf. Lc 1, 39).
Ella consuele, alegre y fortalezca a las Familias escuintlecas, a las comunidades que sufren en el mundo, como la Iglesia en Nicaragua que le tiene por Patrona y pasa momentos de aguda persecución y atentado contra la libertad religiosa y el clamor por la Paz y la Justicia en aquella tierra hermana.
Avancemos, hermanos, en la celebración aún este Adviento del 25 Aniversario de vida diocesana (1994-2019) como “discípulos testigos del Señor que viene” y nos ha acompañado siempre y entremos “a la luz del Señor” desde este 7 de Diciembre en el inicio del 3er. Año de la Misión «Rema Mar Adentro» y que en todo momento invoquemos de María “Ven con nosotros a caminar, Ven Señora, Ven”.
1 de Diciembre del 2019, 1er. Domingo del Adviento del Señor.
1 – San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Evangelio de San Mateo
2 – San Juan Pablo II. Homilía 24 de Diciembre 2003.