Queridos Hermanos y Hermanas:
Hemos iniciado el camino de Adviento como tiempo de “conversión y preparación seria a la venida del Señor”; aquel a quien esperamos es el Señor Misericordioso y esta misma semana dará inicio en toda la Iglesia Universal el Jubileo Extraordinario de la Misericordia; estemos atentos a este hermoso comienzo, precisamente con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
María es la “puerta hermosa y purísima ya en su concepción por la cual el Señor ha entrado al mundo” y dicha pureza suya, nos recuerda el Papa Francisco, nos invita a prepararnos también nosotros a la Navidad pues “serán los limpios de corazón los que verán a Dios” (Mateo 5, 8).
La misma Palabra de Dios nos invita hoy a una transformación: “Jerusalén, quítate el vestido de aflicción y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da” dice el profeta Baruc; a la obra salvadora de Dios corresponde entonces la conversión como actitud de apertura, ese “ponerse en pie” dice la misma lectura, ante la transformación que Dios quiere obrar en nosotros.
Imitando a Baruc en un lenguaje propio de quienes trabajaban los caminos de entonces (rellenos, ajustes, aplanamientos) también en el Evangelio otro profeta, nada menos que Juan el Bautista “predica la conversión para el perdón de los pecados” dice Juan “preparen los caminos el Señor” y ello nos pone en marcha este Adviento:
- Para reflexionar en aquello que dentro de cada uno es un obstáculo, una montaña que abajar, un barranco que rellenar y que en nuestro ambiente se traduce como el odio, la violencia, el materialismo, el vicio, la indiferencia y tantos “obstáculos” que a nivel personal, familiar o comunitario no dejan pasar al Señor Misericordioso que viene a salvarnos;
- Por ello para “hacer rectos los senderos del Señor” es importante no dejar pasar el Adviento sin vivir los retiros que en la Diócesis hemos propuesto para cada parroquia, para cada movimiento eclesial, para cada bautizado: ¡dejemos que la luz de la Palabra ilumine aquellas sombras que hay en cada uno y en la comunidad y que no son compatibles con este tiempo de cambio espiritual!;
- San Pablo hablando a los Filipenses nos exhorta a que nuestro amor cristiano siga creciendo más y más… a que escojamos siempre lo mejor espiritualmente para llegar limpios e irreprochables al día de la Venida de Cristo.
Esperanza, entonces, y también responsabilidad activa en este Adviento: que el inicio del Año de la Misericordia nos invita a hacer accesible a la Gracia de Dios en nuestra vida, para que las “grandes cosas que Él quiere hacer en cada uno se realicen” como dice el Salmo 125.
¡Ojalá programemos personalmente el momento de la Confesión en Adviento! de modo que en medio de las celebraciones mundanas del materialismo de estos días, podamos hacer un espacio al Señor Misericordioso que, al igual que la Corona de Adviento se vaya haciendo más luminoso y solidario en la caridad para con los hermanos más necesitados.