Queridos hermanos:
La Palabra de Dios de este domingo nos trae una enseñanza fundamental y muy hermosa: la santa Misa, la celebración de la Eucaristía dominical es siempre “el mejor banquete” porque está compuesto de los dos alimentos que se complementan, el Pan de la Palabra y el Pan bajado del cielo, la Eucaristía.
No sucede así en los cultos protestantes o evangélicos, sumamente empobrecidos con la Biblia sin la Eucaristía. Nosotros en cambio, sin merecerlo tenemos el “banquete completo” que nos nutre en verdad y nos ayuda a avanzar en el camino del seguimiento del Señor.
Banquete completo y “gratuito” pues no bastarían todas las riquezas de la tierra en su comparación; banquete que nos transforma y nos une a Cristo en su Cuerpo Místico, la Iglesia y en su Cuerpo Eucarístico, la Santa Comunión: ¡no nos perdamos entonces el mejor banquete al que podemos ser invitados! “dejemos las excusas, la pereza, la falta de fe y la vergüenza de ocuparnos el domingo de todo, menos del Señor y su banquete!.
En la primera lectura ya el hermoso milagro del profeta Eliseo marca la “abundancia y gratuidad de lo que será el banquete cristiano de la Eucaristía”: con apenas veinte panes comieron cien hombres.
Pero es sobre todo en el Evangelio donde se descubre el valor inmenso del banquete dominical cristiano:
- Cristo logra dar de comer al pueblo que lo sigue de modo abundante, sobraron doce canastos de lo que apenas habían sido unos panes y unos peces: ¡el Señor siempre actúa en abundancia, siempre da mucho más de lo que esperamos y merecemos!.
- Se trata de un “banquete para todos” de donde recordamos que si bien es importante y necesario estar preparado para participar en la Santa Misa y cuánto más para tomar la Eucaristía, como bien lo dice el Papa Francisco, “no se trata de una recompensa para los perfectos”, ¿quién de nosotros está totalmente preparado para asistir y comulgar en la Santa Misa?. Sin embargo, si nos mueven el amor y el respeto, trataremos de estar “en la Gracia de Dios” asistiendo si es necesario antes a la Confesión y haciendo de corazón el “acto penitencial” del inicio de la celebración;
- Es un banquete que refleja la misión del mismo Cristo en el mundo: hacer presente la vida donde hay carestía y muerte, hacer presente los dones gratuitos de Dios en un mundo de egoísmo, donde todo se paga y se pone interés no en “los valores” sino “en el precio de las cosas”. Es así que como lo dice hermosamente San Pablo en la Carta a los Efesios: ahora somos uno, ahora tenemos un solo cuerpo y un solo espíritu los que participamos del mismo banquete, del mejor banquete en la santa Misa.
Pidamos que ese banquete nos prepare a ayudar con el pan material y el pan del amor a quienes no lo tienen. Que evitemos “tirar el pan que sobra a unos y falta a otros”.
Que como María, nuestra Señora del Carmen cuyo mes estamos finalizando, todos “guiemos como estrellas en el cielo de la Fe, a los demás hermanos hacia Cristo” pues en Él no hay muerte, oscuridad o hambre, sino el luminoso banquete de la caridad. Así sea.