La celebración, aún en tiempos de pandemia, de todos los santos(as) en un solo día, pone la pregunta: Pero ¿qué es la santidad?. Como respuesta, el Papa Francisco afirma: “Los santos no son figuritas perfectas, sino personas atravesadas por Dios” (cf. Ángelus 1 de Noviembre del 2017 – ver video).
Dios es la fuente de Santidad, en quien no hay sombra de muerte, sino resplandece la Vida, pues el Bien está en su plenitud. Y sin embargo, Él llama a la “santidad” al ser humano (Levítico 19, 2), pareciendo ello una enorme desventaja, pero no es así. Si la santidad es vivir el bien, construir la paz, ser incluso “perseguido por la justicia —entiéndase no la legal o judicial, sino la bíblica: la vida según Dios— la santidad es recuperar la situación humana antes de que el pecado —vivir sin Dios y contra el bien, que es Dios mismo— arruinara la “imagen de Dios santo”, que es sería el ser humano (cf. Génesis 1, 26).
Por ello, afirmaba Evagrio (345-399 d.C.): “Si quieres saber en verdad quién eres, no pienses solo en lo que tus errores han hecho de ti, piensa en aquello a lo que Dios te había destinado”. Así, pues: “Todos estamos llamados a ser santos” (cf. Papa Francisco, Gaudete et exsultate 18 Marzo, 2018).
Se deducen dos aspectos:
- La santidad es un camino de regreso, una restauración, no es un logro de lo imposible, sino una cierta lucha —con la ayuda de Dios mismo, sin la cual no es posible— por quitar las oscuridades y recobrar la luz: es lo que Dios quiere y es el objetivo de la vida cristiana” (cf. Papa Francisco, Ángelus op.cit.). “Un santo es “un pecador que sigue intentándolo” (San Josemaría Escrivá”), logro que se alcanza “tarde a veces”, como San Agustín de Hipona, pero que al final sigue “llevando a los cielos” —entiéndase el estado de la vida plena y feliz—, “que no está lleno de perfectos, sino de convertidos” (San José Cafasso);
- Y sin embargo, los santos corresponden a su momento histórico. Es por ello que en cada siglo se “encuentran santos según las circunstancias” y ambientes: santos en la vida pública, en la vida familiar, en las obras de caridad, en los ambientes de pensamiento, “Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte… santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros… que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos” (frase atribuida a Papa Francisco, cf. V. Venegas, www.catholic.net 2018). Santos en fin, que aspiren desde sus situaciones laborales, domésticas, sociales, informáticas, a un mundo más justo, fraterno, verdaderamente humano:” No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia.
En el fondo, como decía León Bloy, en la vida «existe una sola tristeza, la de no ser santos” (Gaudete et exsultate 34). Para una aproximación a la “santidad actual” de los que van siendo declarados en Guatemala o el mundo como “beatos o santos”, consultar el canal: www.youtube.com/liderescatólicos desde el 24 de octubre, muchos santos, muchos rostros hermanos, Mons. Romero, el laico Obdulio en Izabal, Madre Teresa, Carlo Acutis, etc. etc.
La pandemia también es ocasión de santidad, para llevar esperanza, solidaridad, cercanía. Que Todos los Santos(as) y los fieles difuntos que lo lograron —¡ojalá!— intercedan para que sean su ejemplo y oración el motor para enfrentar estos tiempos difíciles, pero de oportunidad para recobrar la santidad perdida.