Mensaje Pastoral en ocasión del Adviento y Navidad 2015-2016 e inicio del Año de la Misericordia en la Diócesis de Escuintla
“Se acordó de su Misericordia”
(cfr. Lc 1, 54)
A los queridos Sacerdotes y Seminaristas Mayores y Menores
A las Religiosas, a los Agentes de Pastoral
A los Movimientos Eclesiales
A los hombres y mujeres de buena voluntad en Escuintla
Con el Adviento del nuevo ciclo 2015-2016, iniciamos en la Iglesia Católica el momento espiritual de la celebración de la primera venida del Salvador de la Humanidad y también de su espera gozosa al final de los tiempos, cuando se hará plena la presencia de su Reino en el mundo (1).
Comenzamos, pues un tiempo de reflexión y de conversión hacia la Misericordia Divina: en efecto, a partir de nuestra Fiesta Diocesana de la Inmaculada Concepción como lo ha indicado el Santo Padre Francisco, iniciamos el Jubileo Extraordinario de la Misericordia abriendo nuestros corazones al amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y viviendo nuestro camino de fe en imitación de la misericordia del Dios para con toda persona como hija suya.
Como misioneros de la Buena Nueva del perdón de Dios hemos de contemplarlo actuando en nuestra propia vida, siguiendo el ejemplo de San Pablo que confiesa: “He alcanzado misericordia de parte de Dios” (1Tm 1, 1-4).
Conversión hacia la Misericordia (2)
Vivamos por tanto este Adviento tan especial cultivando personalmente, en familia, en parroquia, en los Cenáculos y en la sociedad el “tiempo de la conversión”: ¡no es posible recibir al Dios que viene en Navidad, con un corazón lleno de resentimiento, de odio y ocupado por los falsos valores del mundo: apego a la riqueza, desprecio del hermano más sencillo, violencia intrafamiliar y social.
Esas son las fuertes “sombras” en las que lamentablemente camina el mundo, las oscuridades que el “sol que nace de lo alto” viene a iluminar como dice el cántico de Zacarías (cfr. Lc 1,79). Frecuentemos en este tiempo el Sacramento de la Penitencia o Confesión, la meditación de la Palabra, la participación en las celebraciones con verdadero espíritu cristiano (posadas de la “Misericordia”, celebraciones parroquiales varias, acciones de amor hacia los indigentes y excluidos) lejos del bullicio de los que “se han robado la Navidad” con el mercantilismo y la propuesta indecente del vicio y la dispersión mundana.
Recuerdo a todos que hemos de celebrar el “retiro de Adviento” que los Párrocos han de proponer a sus feligreses, especialmente a los miembros de los consejos parroquiales de pastoral y mediante los “Cenáculos misioneros de Misericordia”.
El día 8 de Diciembre en la Solemnidad de la Patrona Diocesana se entregará el signo de la estola como invitación a que todo sacerdote en Escuintla se disponga en el Adviento de Conversión a la Misericordia a acoger con amor al pecador y ejercer la paternidad espiritual que la Iglesia le ha confiado.
Misericordia y solidaridad (2)
Lamentablemente en Escuintla, a la par de un cierto crecimiento económico de la zona, se han incrementado los casos de desnutrición, enfermedades infecciosas, aumento de personas solitarias (ancianos especialmente), además de la perniciosa violencia delincuencial (asaltos a casas familiares, robos de vehículos) consecuencias del narcotráfico que causa tantas muertes de jóvenes, y en general una “indiferencia a los atentados contra la vida humana y su dignidad”.
La solidaridad hacia todos estos dramas humanos ha de partir de la capacidad de “conmovernos con las víctimas” y no ahogar sus lamentos con la indiferencia.
A la famosa e innegable generosidad guatemalteca, debe seguir la urgencia de acción de parte de las autoridades encargadas de la seguridad, así como de las acciones que respondan a la impunidad ante las grandes y pequeñas tragedias que provocan un clima de “temor y encerramiento”.
¡Que la creatividad y el compromiso con la Misericordia Divina marque en especial el Adviento y Navidad de este año como ocasión para acercarnos a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu mediante la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales!, sin cerrar nuestro corazón al perdón de las ofensas a toda persona, para ser “hijos de nuestro Padre celestial que hace salir el sol sobre buenos y malos y envía la lluvia a justos e injustos” (cfr. Mt 5, 43).
Hijos de María, Madre de la Misericordia (3)
Contemplando la pureza de la Inmaculada Concepción, recibamos a Aquel que viene a revelarnos no el juicio ni la condena, sino la “misericordia del Padre”. Ella, llena la Gracia de la Palabra hecha carne en su seno, nos invita a imitarla en su viaje de servicio a la necesidad de nuestros hermanos, como ella visitó a Isabel su prima: ¡imitemos la compasión de María que cantó a Dios “porque se acordó de su misericordia” en favor de su pueblo (cfr. Lc 1, 54).
En el Tercer Domingo de Adviento, en cada parroquia como he determinado, se abrirá la “puerta de la misericordia”: “La Iglesia es la portera de la misericordia, no su dueña. Que las puertas de nuestras iglesias, de nuestras parroquias y comunidades estén abiertas. Nada de puertas blindadas en la Iglesia… Las ovejas no las escoge el guardián, sino el Buen Pastor” nos dice el Santo Padre Francisco (4).
Por tanto, cultivemos como María un espíritu de apertura a todos, e imitando su espíritu de sencillez en el pesebre y de fortaleza “junto a la cruz” de su Hijo, acompañemos al que sufre, al que necesita de un gesto de perdón o amabilidad para que resplandezca en nuestra tierra el rostro misericordioso de nuestro Padre celestial, Dios rico en misericordia y perdón.
¡Ave María Purísima, sin pecado concebida!
(1) Cfr CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, 522-524
(2) Cfr. Mensaje pastoral diocesano “Misericordiosos como el Padre” de agosto 2015
(3) PAPA FRANCISCO Bula “El rostro de la Misericordia” para el Jubileo Extraordinario 2015 y 2016
(4) PAPA FRANCISCO Catequesis en la Audiencia general del miércoles 18 de Noviembre 2015