Queridos Hermanos y Hermanas:
En medio prácticamente del Año de la Misericordia, la Palabra de Dios nos invita hoy a la contemplación de la acción misericordiosa de Dios que “vence la muerte” y hace brotar de nuevo la vida en medio del dolor y quizás hasta de la duda humana.
Dos cuadros que podemos decir son “paralelos” pero donde el Antiguo Testamento prepara el Nuevo, nos presentan casos similares:
- La muerte de un niño (1ª. lectura de 1er. Libro de los Reyes) hijo de una mujer que tuvo compasión del profeta Elías, hace que éste, ante el dolor materno invoque a Dios y el Señor devuelve la vida al pequeño: ¡Dios escucha nuestra oración porque se apiada ante el dolor humano!;
- La muerte de un joven, hijo único de una viuda hace que Jesús actúe y “tocando el féretro” del difunto, le devuelva la vida y lo devuelva también a su madre. Pero en este caso se menciona muy claramente dos acciones de Jesús que nos descubren su “corazón misericordioso”:
- Jesús “se conmueve” cuando ve el drama de la mujer que llora nada menos a que su “hijo único”, ello nos hace pensar en el drama del mismo Jesús que siendo hijo único de María, también provará la muerte, y naturalmente por eso este milagro en cierto modo anuncia la resurrección del mismo Jesús;
- Jesús “toca el ataúd” y ordena al joven volver a la vida, tal y como lo dicen Juan 5, 28: “Llegará la hora en que los que están en los sepulcros oirán su voz y volverán a la vida”. Lo llamativo es el hecho del “acercarse y tocar”, el la mentalidad judía el contacto con un muerto era algo prohibido, pero Jesús da más importancia al dolor y “toma contacto”, tal y como lo hace el Buen Samaritano con el hombre herido en el camino (Lc 10,33); el samaritano “también se conmovió” y “vendó las heridas del hombre del camino”, ¡Cristo nos da ejemplo de compasión, de misericordia, no solo sintiendo el dolor de quien sufre, sino “acercándonos” en sentido concreto a ese dolor!.
El Papa Francisco nos pide en este Año de la Misericordia “recolocar la vida maestra” el fundamento de la vida cristiana eclesial, se trata de recobrar dos cosas: la capacidad de conmovernos y no ser indiferentes a ningún dolor humano físico o espiritual, y de acercarnos a cambiar en todo lo posible la vía de la muerte.
Aquella aldea se llamaba Naím que quiere decir “delicias” y ciertamente, la amargura de la muerte se transformó en la delicia de la vida recobrada y del corazón consolado por la Divina Misericordia.
Vayamos también nosotros a los caminos de nuestra tierra escuintleca a “vivir la compasión y la cercanía” ante las víctimas de la muerte violenta, de la droga, de la confusión, no solamente las madres sino familias enteras esperan el mensaje y los gestos concretos de la vida nueva que podemos llevar en la misión al servicio del Evangelio.
Oremos hermanos todos, por los Sacerdotes, se ha celebrado este 3 de Junio la Solemnidad del Sagrado Corazón, ¡que nuestros pastores vayan a donde hay dolor y angustia por cualquier tipo de muerte física o espiritual! y tengan –y tengamos todos- los sentimientos de Jesús misericordioso, a quienes tantos esperan en su “visita de vida” por nuestro medio.
Que imiten a Jesús en su misericordia y mediante la Confesión para que muchos hijos sean “devueltos a sus madres” (San Agustín) a sus hogares, a la comunidad y Dios sea glorificado por la acción misericordiosa de sus hijos e hijas en Escuintla.
Así nos lo conceda la Madre de la Misericordia, María Santísima quien recobró gozosa a su Hijo al tercer día en su Resurrección.