En la feria de un pequeño pueblo, varios jóvenes repartían volantes coloridos que decían: “Si todos los días tienes dilemas sencillos que enfrentar, como la ropa que usarás, el destino de tu tiempo libre o llamar o no a los amigos, hay un dilema más grande y fundamental: ¿permanecerás con Él o dejarás a Cristo en el camino de tu vida?”.
La pregunta que pareciera bordear la propuesta del ateísmo es en realidad una invitación a optar claramente en “quedarse con Él” y todo lo que ello implica: la lucha contra el mal con la fuerza del bien dentro de sí mismo, pero también en familia, en sociedad (cf. Rm 12,21); o “irse” por los caminos de la comodidad, de la evasión, de la voz de la conciencia, entregándose al “adormecimiento que hace no notar que la noche ya está avanzada y se aproxima el día” (cf. Rm 13, 12).
Así: 1) A “quedarse” ayuda la conciencia de la acción de Dios en la vida; acción que puede tardar pero que siempre se da. Ayuda la reflexión, el pensar sobre su presencia benéfica divina expresada en el mismo don de estar vivo aunque la vida no sea fácil, al decir de M. Heidegger: “Denken ist Danken” = Pensar es agradecer. Ayuda el testimonio de los que han pasado guerras, persecuciones, ataques por malentendidos o por enemistad injusta: “Todos pasamos por fases de desolación”, “momentos oscuros” en los que las cosas parecen perder sentido, pero es entonces cuando los cristianos deben “perseverar” para “alcanzar la promesa” del Señor, sin “”dejarse caer” o “retroceder” (Papa Francisco, Homilía en S. Marta, 1 Febrero 2019). Ayuda el ejemplo del mismo Jesús, quien “permaneció en la cruz” contra toda conveniencia (cf. Mt 27,35-44) para inaugurar una forma nueva de victoria: la del amor que permanece (cf. 1Co 13,13). Ayuda, en fin, el “acto de Fe”, no tanto en uno mismo y su capacidad de aguante, sino el creer que al final “todo concurre para el bien de los que aman a Dios” (cf. Rm 8,28).
2) A “irse” a la orilla opuesta a la perseverancia, a la fidelidad y a la mesura en las acciones empuja la “impaciencia nacida de la soledad”, surgida del drama de un “humanismo ateo” que quiere hacer el bien al hombre, olvidando que una ética sin Dios está destinada al choque siempre en aumento de los derechos de unos contra los de otros.
En La Buena Noticia de mañana, al más grande milagro de Jesús en su ministerio público, la multiplicación de los panes (cf. Jn 6, 1ss) sucede su más grande fracaso, al proponer un pan diferente al materialismo de sus seguidores, el Pan de sí mismo (cf. Jn 6, 54ss). Ellos “se van” desencantados, prisioneros del inmediatismo y de las soluciones fáciles: algo así como los desilusionados que produce todo populismo que manipula las esperanzas de los pueblos (Papa Francisco Todos hermanos Capítulo V: La mejor política). Rechazan el “misterio del Pan vivo” que quiso salvar infructuosamente M. Lutero en Marburgo (1529), convocado por el alcalde N. Sturm para aclarar a U. Zwinglio que “Jesús sí está presente en la Eucaristía”, pero ya el error iba muy lejos.
Mañana, ante el dilema que propone el mismo Cristo de poder irse sus discípulos también, Pedro anima a quedarse con el “único que tiene palabras de vida eterna” (cf. Jn 6, 68). Quizás sin percibirlo del todo, Pedro opta por la Eucaristía como “presencia real” y también como forma de vida de los que creen: sencillez, donación, gratuidad, caridad. Quedémonos con Jesús presente en la Eucaristía, como pedía San Pío X, el Papa de la Eucaristía, recordado cada 21 de agosto, acompañando el Congreso Eucarístico del 5 al 12 de septiembre 2021 (Visite: www.iglesiacatolica.org.gt): ¡Infinitamente sea alabado, mi Jesús Sacramentado!