Mensaje pastoral
a la Diócesis y sociedad de Escuintla
en la culminación del «Año de la Familia 2021-2022»
y ante el aumento de la violencia delincuencial
“Cristo es nuestra paz”
(Efesios 2, 14)
A los Sacerdotes del Presbiterio
A los Seminaristas Diocesanos
A las Religiosas
A las Familias
A las Comunidades Parroquiales
A los hombres y mujeres de la sociedad escuintleca amados por Dios
En las semanas presentes, a los males de las consecuencias de la pandemia y de la guerra en el mundo de todos conocidos, se suma en nuestro departamento el aumento de la violencia delincuencial, somos el segundo departamento con más casos registrados y uno de los que menos soluciones tienen al respecto. Un ambiente que afecta no a individuos, sino especialmente a las Familias. A tal efecto, un clima tristemente perenne de inseguridad se vive sobre todo en ciertos municipios como Nueva Concepción, Tiquisate, Siquinalá, entre otros. Como presbiterio, obispo y párrocos hacemos un llamado:
1) A la CONVERSIÓN de quienes generan el crimen organizado, el narcotráfico que llena todo el departamento, a la delincuencia común, recuerden la Ley de Dios escrita en sus corazones, “No matarás” (Éxodo 20, 13); las cosas, el amor al dinero, la avaricia y la ambición no valen nunca la vida de las personas y atentar contra sus bienes es también contrario a la voluntad de Dios (Éxodo 20, 17). Si en la Familia no hacemos oración, solo hablamos de dinero, de lo que no tenemos materialmente, la Familia contribuye a perpetuar el origen de todos los males “el amor al dinero” (1 Timoteo 6, 10).
2) A la ACCIÓN DEBIDA por parte de las fuerzas de seguridad, pero también de parte de las organizaciones municipales y locales, a la autoridad se debe consideración, colaboración y respeto, incluso oración (1 Timoteo 2, 2) pero lastimosamente, también muchas de ellas están permeadas del narcotráfico, de la asociación para delinquir. Es penosa la poca provisión de medios adecuados para combatir la delincuencia, pero es peor la reprochable conducta de ser parte de ella, causando más desconfianza en la población que por el contrario, debería sentirse protegida como es su derecho
3) A la EDUCACIÓN EN LOS VALORES MORALES EN CASA Y EN LA ESCUELA, en la paz, en la no violencia intrafamiliar, en la justicia y el perdón. “La Familia debe ser escuela de valores éticos… entre ellos la superación del materialismo y del egoísmo” (Papa Francisco, 9 de Mayo del 2019). Al final del Año de la Familia estos días de finales de Junio 2022, es importante recordar que la delincuencia es fruto seguro de hogares desintegrados y violentos, como los tristemente proponen los medios de comunicación. Si la Familia es atacada con la amenaza del derecho al aborto, etc. también lo es por la inseguridad, la pobreza que causa migración y por los modelos anti-familia que promueven la televisión y el cine.
4) A EVITAR DOS TENTACIONES:
1) Hacer justicia por la propia mano, en el sentido de la autodefensa comunitaria, que bien puede cometer errores irreparables castigando a quien no lo merece;
2) A caer en la trampa de una “política de seguridad”, especialmente en esto momentos donde “ya ha iniciado el llamado de adeptos a los partidos políticos” que ofrecen mano dura aprovechando, si no causando, el clima de inseguridad ciudadana: al final las soluciones pueden ser peores que la enfermedad, los encargados de la seguridad deben cumplir su deber sin esperar redenciones que a la violencia añaden más violencia
5) A DAR CULTO A DIOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA JUSTICIA, recordando que en la verdadera Fe cristiana no solo implora la bendición divina, sino “trabaja por la justicia y la paz”, que nuestras celebraciones y las de otros cultos no católicos no sean mezclas de propaganda política y aparente oración, según está dicho por el mismo Señor: “Den al César lo que es del César y Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 21)
Pedimos al Sagrado Corazón de Jesús, finalizando este mes de junio, que nos dé “un corazón” como el suyo: sin sentimientos de violencia, de agresión, de avaricia, de desenfreno, de mentira, de todo aquello que hoy tantas veces sale de la boca, del interior, porque “los malos sentimientos salen del corazón” (Lucas 6, 25)
Pedimos al Inmaculado Corazón de María, al que Papa Francisco consagró a dos naciones en una guerra que nos afecta a todos (25 de Marzo del 2022) que como Reina de la Paz en Escuintla, como Inmaculada Concepción patrona nuestra, interceda para que la violencia no engendre más violencia, destruyendo a las Familias, sino seamos todos “hijos de Dios, porque construyamos la Paz en Cristo” (cf. Mateo 5, 9) mediante el encuentro con su Hijo que es “nuestra Paz”.
A ellos oramos por todos Ustedes,
Los sacerdotes del presbiterio diocesano de Escuintla.