Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
En el camino de enseñanza y de invitación a seguir a Cristo, hoy la Palabra de Dios nos presenta su rostro: como cuando iniciamos una amistad, una relación personal y necesitamos “ciertos datos” para fiarnos, para conocer mejor a alguien, hoy comenzando por el profeta Isaías se coloca frente en a nuestros ojos a Aquel que es el Camino, Verdad y Vida que “no engaña” sino que podemos seguirle y tener vida en abundancia.
E Isaías lo describe como un “siervo o servidor” de Dios. Hasta este punto nos parece todo muy bien, y sin embargo, ese servidor de Dios comienza hablar de “su padecimiento, de su sufrimiento” (me golpeaban, me insultaban) así como de su firmeza y su confianza en seguir sirviendo a Dios a pesar de esos padecimientos: “Endurecí mi cara como roca (es decir que tomó una decisión firme) y sé que no quedaré defraudado”.
Maravillosamente, el profeta 600 años antes de Cristo ya lo anunciaba: dibujaba la imagen del Hijo de Dios tal y como se presenta en el Evangelio: como un Cristo al que siempre hemos de conocer cada vez más a fondo, evitando hacernos ideas de Él a nuestra conveniencia. Tal es el caso de Pedro: ante la pregunta del Señor ¿Quién dice la gente que soy yo? y ante variadas opiniones, Pedro habla claro y desde su corazón: “Tú eres el Mesías”.
Hasta acá la cosa parece ir bien: pero había muchos “mesías” o liberadores políticos y violentos del pueblo de Israel. Pedro acertó y al mismo tiempo “dijo a medias la verdad de Cristo”: cuando Él comienza a hablar de sus padecimientos (como el “servidor de Dios” de la primera lectura) Pedro se escandaliza, es decir, se niega a aceptar “esa parte de la historia de Cristo” y hasta lo reprende.
No nos asuste que entonces Jesús lo llama “Satanás” en cuanto con su criterio tan humano de un “mesías de conveniencia” Pedro actuara como el enemigo de Dios. Aunque ya ha hecho camino con Él Pedro debe comenzar de nuevo y escucha la invitación a “tomar la cruz” y seguir a Cristo más allá del deseo natural de conservar la vida.
El mensaje para nuestro tiempo es claro: abundan “Cristos de conveniencia” presentados por predicadores que nos “hablan de una prosperidad o bendición de Dios” no importando el estado moral de la persona. Son aquellos que “llamándose cristianos” olvidan la necesidad de una conversión que sea un compromiso con “negarse a sí mismo” e imitar a Cristo en el amor a los demás (tal es el significado de “tomar la cruz y seguirlo”).
Pidamos al Señor para que “evitemos hacernos un Cristo a nuestra medida y deseo… que nuestra fe sea un “tomar la cruz” de la muerte al egoísmo, como dice el Apóstol Santiago, dándole importancia a la situación de los hermanos necesitados, y pasando “de la Fe a las obras”.
Que un Cristo verdadero, no de un cómodo culto sin compromiso, nos ayude a forjar una Guatemala distinta. Vivamos las celebraciones patrias rogando a Dios para que un país que se dice cristiano no olvide al prójimo y viva una clara relación entre la Fe y las obras en favor de los hermanos.