Queridos hermanos:
A partir de este 3er. domingo de Cuaresma se nos presentarán “tres casos de encuentro con Jesús” que cambiaron el destino de muerte de personas concretas y enriquecieron sus vida a través de esos encuentros; ¡vivamos nuestra Cuaresma como un encuentro no con un mensaje sino con una Palabra viva, el mismo Señor Jesús!.
Para ello, admitamos hoy que nuestra vida es una “sed continua”, una serie de deseos cuyo anhelo de satisfacción nos lleva sin embargo a equivocarnos y buscar la felicidad donde no está, con la consiguiente auto destrucción y daño a nuestros seres queridos, porque no confiamos en lo que el Señor nos ofrece como “felicidad verdadera”.
Tal es el caso en la 1ª lectura, del pueblo de Israel en el desierto, no solo sufría por la sed, sino que “dudaba de Dios”; ¡no dudemos nosotros, sino pidamos el aumento de Fe, en que la voluntad de Dios es nuestra felicidad verdadera!.
En el salmo 94 se dice por ello: “Señor, que no seamos sordos a tu voz”, pues escuchamos “tantas voces, tantos ofrecimientos de felicidad” que al final nos defraudan, nos desilusionan y hacen daño.
Por ello, hoy el cuadro maravilloso de Evangelio según San Juan nos presenta el “encuentro de una mujer, símbolo de todos nosotros” que no encontraba la felicidad.
Su ir “todos los días al pozo, su tener 5 maridos” son signo de la insatisfacción fatal que la afectaba, ¡admitamos que también nosotros buscamos agua que no sacia, pozos envenenados que nos amargan y a los cuales sin embargo siempre volvemos!.
Pero Él, la fuente de Agua Viva se hace presente su vida y aunque ella quiere esquivarlo, como nosotros también “cambiamos la conversación o no tenemos tiempo para Dios”, al final Él la cura de su sed espiritual.
Ella deja abandonado el cántaro del “agua de siempre” y corre a avisar al pueblo que ha encontrado a Alguien diferente; ¡dejemos también nosotros nuestra vida insatisfecha, nuestras prácticas viciosas, nuestras búsquedas de un sentido no encontrado y volvamos al que junto al Pozo de la Vida nos dará el don del Espíritu”, cómo dirá un día: “Quien tenga sed que venga a mí y beba ríos de Agua viva” (Jn 7, 37-38).
San Pablo nos invita en la Carta a los Romanos a no dudar del don de Dios cuando dice: “La esperanza en el Señor nunca defrauda”.
Continuemos en esta Cuaresma, ayudando a muchos que “siempre vuelven a lo mismo” y que esperan de nosotros no solo palabras sino el testimonio de que en esta Cuaresma 2020 hemos encontrado y estamos bebiendo de la fuente hermosa de la vida verdadera, Cristo el Señor.