“Alegrémonos, el Señor se acerca”
(Fil 4, 4-5)
A los Párrocos, Vicarios y Colaboradores Parroquiales
A los Seminaristas diocesanos
A las Religiosas
A los Agentes de Pastoral en Catequesis, Misión y Liturgia
A los Miembros de Movimientos Laicales
A los Fieles Católicos
A los Hombres y Mujeres de buena voluntad en la Sociedad Escuintleca
Queridos hermanos, paz y bien, el Señor se acerca:
El inicio de los tiempos litúrgicos de Adviento y Navidad 2018 es una ocasión de para la alegre y responsable preparación a la venida del Señor y para la celebración de su presencia constante entre nosotros: en ambos momentos la luz de la Fe nos invita a la contemplación esperanzada de la cercanía de “Aquel que viene a enriquecernos con su pobreza, elevarnos con su pequeñez, para hacernos pasar de la sombra a la luz, de la muerte a la vida” (San Agustín, Sermón 194).
Se trata pues, de un tiempo de alegría, de gozo espiritual, al mismo tiempo que responsabilidad para que no tengamos una alegría pasajera, inauténtica, hecha de cosas y festejos y no de encuentro con el Señor: “El Adviento nos invita a estar vigilantes y vencer el desánimo” (Papa Francisco, Adviento 2017)
Para ayudar a la vivencia diocesana de estos momentos, quiero compartir con todos ustedes tres reflexiones a partir de la oración personal y meditación de la Palabra de Dios “fuente de la vida de la Iglesia” (Benedicto XVI Exhortación apostólica La Palabra de Dios 1ss). Las propongo al mismo tiempo que pido al Señor, la intercesión de María Santísima, Señora de Adviento y Madre de Dios y de la Iglesia, interceda para que el Espíritu Santo las lleve a sus corazones y anime su realización:
- Ven, Señor, te esperamos, te necesitamos (cf. Salmo 145)
Ni adviento ni Navidad son la preparación o celebración momentánea de las “fiestas de fin de año”, no son un momento que se pierde en la maquinaria del consumo, en mercadotecnia o en un “espíritu navideño pasajero”, son tiempo de apertura a la persona viva del Señor, siempre necesario, siempre amado en lo profundo del corazón. En nuestro ambiente hay signos de esa necesidad del Señor que ilumine las sombras en que vivimos:
- La separación de la Fe de la vida: a pesar de las manifestaciones en Escuintla, la Fe innegablemente hermosa e importante, se toman decisiones y se vive “como si Dios no existiera”, individualismo, recurso a la violencia incluso dentro de la familia, materialismo como fundamento de relaciones sociales, comunitarias.
- Desilusión ante la pervivencia del poder del mal (crimen organizado, promoción del vicio, de la droga, de la trata de personas) que parece ser más fuerte que los mismos servicios sociales de seguridad y orden público y en ocasiones con lamentable silencio y hasta complicidad
- Pobreza presente y amenazante: condiciones invariables el drama de desempleo, aún en medio de signos de aparente progreso de la actividad económica. Como toda Guatemala, en Escuintla se “sobrevive” ante la carestía de la vida, no teniendo el nivel de ingresos por remesas, como otras regiones del país. Es innegable el efecto lamentable de las crisis de la agroindustria local y comerciales locales; hacemos pues, un llamado a quienes pueden con creatividad y generosidad evitar la reducción del empleo (Papa Francisco, 15 de marzo del 2017)
¡No perdamos de vista al Señor, a su persona viva, al que nacerá como un Niño pero quién tiene el poder de salvarnos y transformar nuestras vidas!
- Preparemos el camino del Señor (Mc 1,18)
La aproximación del Señor en su Adviento y Navidad urgen de todos salir del adormecimiento, de la mediocridad de vida; urge ponernos en camino y preparar las vías donde pasará Aquel que viene. Entre los medios o instrumentos para dicha preparación recomiendo:
- La escucha atenta de la Palabra de Dios: hoy presente en muchos medios de comunicación, en nuestra Radio Católica, en las celebraciones litúrgicas sobre todo la Santa Misa.
- Prácticas de piedad popular católica: que “abran el corazón, que lo hagan tomar conciencia de Adviento:
- La Corona de Adviento: que se es un sencillo reloj para marcar las cuatro semanas del Adviento, no solo en el templo parroquia, sino en las casas
- Las Posadas: como llamado a la apertura del corazón, como puertas abiertas al migrante, al vecino que se acerca
- El Nacimiento familiar: preparado con la veneración al Niño Dios pero también la Sagrada familia, un verdadero lugar hogareño de oración y reunión familiar
- La práctica del Sacramento de la Confesión: toda una misión sacerdotal, pero también misión de la comunidad invitando a todos los que ignoran o no se animan a buscar el perdón de Dios
- Las acciones de solidaridad, generosidad hacia los menesterosos, pero también hacia los “empobrecidos” como son familias sin trabajo, desempleados por la crisis laboral en Guatemala, una de las expresiones más auténticamente cristianas, no de mera solidaridad humana de necesitados, sino todo un lugar y momento “encuentro con Jesucristo vivo”, “Lo que hicieron a mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mt 25, 40)
“La piedad popular es un tesoro que tiene la Iglesia, espacio de encuentro con Jesucristo”, ”Y debe estar siempre unida a la caridad” (Papa Francisco)
- El Señor está en ti (Is 60, 1-2)
La hermosa profecía de Miqueas nos invita, ya en el mismo Adviento pero sobre todo en Navidad a “salir a buscar al Señor” al mismo tiempo que a “anunciarlo en las situaciones especialmente duras para la vida humanas”:
- Visitar a los pobres y los enfermos: el Señor quiere se encontrado especialmente en las situaciones de pobreza donde quiso nacer: “Encontrarán a un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc 2, 12).
- Vivir la Jornada Diocesana de los Pobres 16 de Diciembre 2018: que pido sea organizada por los párrocos en algún lugar que permita compartir, aún con sencillez, compartir la comida y la asistencia a los necesitados, emulando el ejemplo maravilloso del Papa Francisco en semanas pasadas: “Este pobre clamó al Señor y fue escuchado”
- Acercarnos a los jóvenes: que piden nuestra atención de familia, parroquia, movimientos católicos, etc. Una forma de preparar la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá la presencia del Papa Francisco en Panamá, Enero 2019.
Iniciemos pues, con la Inmaculada Concepción de María como invitación a “purificarnos para la venida del Señor” este alegre camino de Adviento y la fiesta de Navidad, que iniciando en su Fiesta el 2do. Año del Camino Pastoral Rema Mar Adentro, ella sea “Estrella del Mar” que nos lleve a Cristo el Señor.
Cordialmente con mi bendición apostólica para todos,