Queridos hermanos:
Este domingo la Palabra de Dios nos invita a contemplar y vivir el Reino de Dios, recordemos que ese Reino de Dios es “una vida nueva, donde no hay lugar para el poder del mal y de sus frutos: la muerte, la mentira, la violencia, el olvido de Dios”.
¡Como cristianos estamos llamados a creer, vivir y trabajar a favor de ese Reino!.
La presencia de Dios en el mundo es el Reino de Dios, y la misma persona de Cristo es el Reino (Papa emérito Benedicto XVI). Decimos que es una presencia “misteriosa” no porque no la comprendemos sino porque tiene una fuerza de crecimiento que no comprendemos, depende ante todo del mismo poder y grandeza del Señor.
Así, hoy a través de figuras vegetales se nos indica, como dice la primera lectura “que es el Señor quien da el crecimiento a los árboles fuertes, los cedros”. Como bien lo dice el profeta Ezequiel “Dios puede regenerar y hacer crecer lo que estaba marchito”.
El mismo salmo 91 usa de nuevo un lenguaje “vegetal”, el justo, el santo que hace la voluntad de Dios se compara a una “palmera que crece”, ¡ellos no están en cualquier lugar sino en la casa del Señor”, ¡nosotros tenemos la oportunidad de crecer siempre, si permanecemos en la práctica de nuestra fe!.
Cuántas veces sin embargo nos preocupamos solo del crecimiento físico, corporal, material, intelectual, económico… pero por dentro el Reino no crece en nosotros sino nos quedamos pequeños, como cuando fuimos bautizados o hicimos nuestra primera comunión.
Así, el crecimiento depende de Dios –como lo dice San Pablo en la segunda lectura tomada de la segunda carta a los corintios-, ¡colaboremos con la Gracia divina que nos ayuda a crecer, pero no olvidemos que debemos contribuir a nuestro crecimiento mediante la oración, los sacramentos y la caridad!.
Es Cristo quien en el Evangelio propone ese “misterio del Reino”, de nuevo usando figuras vegetales recuerda que es Dios quien actúa; el Reino de Dios se compara a una semilla que crece sola, sin que el dueño de campo sepa cómo.
¡Cuántas veces confiamos solo en nuestras pocas fuerzas para ser santos y dar frutos cuando ante todo ello depende del Señor, nos dice el Papa Francisco!. Jesús hace una segunda y hermosa comparación; el Reino es como la más pequeña de las semillas, como la de mostaza pero se convierte en un árbol grande; ¡no desconfiemos tampoco de los pequeños gestos de cada día, de lo que se va haciendo “poco a poco y en apariencia en pequeña medida!.
Que todas las vivencias difíciles en estos días en Escuintla que aún perduran por las erupciones volcánicas, nos hagan estar cerca de nuestros hermanos que sufren.
Agradezco a todos su generosidad y su colaboración, el Reino se hace presente así, cuando “sentimos lo que el otro siente y tratamos de aliviar su penas”.
Continuemos orando al Sagrado Corazón para tener el Reino en nosotros “viviendo su misterio y haciendo nuestros los sentimientos de Cristo Jesús”.