Queridos hermanos y hermanas:
Desde el 2do. Domingo del Tiempo Ordinario la Palabra de Dios es la del Señor Jesús, Maestro de su Pueblo y Dios con nosotros, que nos instruye sobre el Reino de Dios y el Pueblo de ese Dios, la Iglesia.
Hoy, al inicio del año, Él mismo es dibujado por la Palabra para que pongamos en Él nuestra atención, nuestro afecto, nuestro camino de discípulos y testigos. Isaías, este excelente autor del Antiguo Testamento habla del Mesías como de un “siervo”: alguien que no vive para si mismo, sino para su señor; ¡un Mesías contrastante con el Cristo del triunfo, del poder o la riqueza que proviene del error protestante y dura hasta el día de hoy!.
El salmo responsorial nos hace escuchar a ese “siervo” del Señor que parece decir como la antífona el ideal de un siervo: “Aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad”. Pero es sobre todo el Evangelio donde Juan Bautista señala a Jesús presente entre su pueblo y lo llama “Cordero” de Dios. En la lengua hebrea “siervo y cordero” se dicen con la misma palabra “ebed”.
En otras palabras: ¡que importante es fijar nuestra mirada, nuestra atención en el verdadero rostro de Cristo!. Sobre todo hoy, donde parece cumplirse la advertencia del mismo Jesús, “Llegarán tiempos en que dirán: el Cristo está allí, el Cristo allá” (cfr. Mt 24,23); es decir estamos como en muchas épocas en momentos de confusión, por lo que debemos leer atentamente la Palabra y entenderla con la enseñanza de la Iglesia: el Reino de Dios está presente en aquel que nos invita a decir como todo un “siervo” e hijo de Dios: “Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22, 42).
Debemos, además, imitar la honestidad de Juan Bautista que “no se predicaba a sí mismo” como tantos orgullosos pastores pentecostales y fundadores de “falsas iglesias”. Juan remite a Jesús y se dice indigno de desatar las correas de sus sandalias.
Volvamos hoy los ojos al Siervo/Cordero inmolado, al Señor de Esquipulas, que antepuso siempre el plan del Padre, incluso entregando su vida como un siervo obediente hasta la cruz (cf. Fil 2, 5ss).
Que el modelo de Cristo nos acompañe durante todo el año 2017, que ayudemos a vencer el mal con el bien, el odio con el amor, la indiferencia con la cercanía amorosa que el Señor de Esquipulas tiene desde su silencio, hacia todos aquellos que se acercan al Cordero inmolado a quien encomendamos en Escuintla, en Guatemala y muchas partes del mundo que nos enseñe el camino del servicio, de la entrega total, del desinterés para que el mundo crea en el Salvador, siervo y cordero, que pende de una cruz.
Nos ayude María, sierva ella también modelo de la disposición total cuando dice: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38)