Queridos Hermanos y Hermanas:
A la luz maravillosa del Año de la Misericordia y del tiempo de Navidad, se une ahora el esplendor de la Solemnidad de la Epifanía o “revelación” del Señor; aquel que nació en cierto modo “escondido en la humildad de Belén” ahora es visitado por los famosos “reyes magos” que simbolizan a todos los pueblos de la tierra que buscan la luz y la vida verdadera, que en fondo siguen ciertas “estrellas” de su conciencia, y que finalmente encuentran la grandeza de lo divino en lo humilde del recién nacido en brazos de María.
En muchas partes del mundo esta fiesta (como sucede entres los cristinos coptos) se motivo de peregrinaciones, de obsequios a los niños. Se ha cumplido, allá en la visita de los reyes magos, la profecía de Isaías que hablaba consoladoramente a Jerusalén, o Hija de Sión, de la congregación de las naciones en ella. Se ha cumplido lo que San Pablo llama en la carta a los Efesios “el secreto revelado ahora” y no antes.
Ciertas enseñanzas de la Palabra de Dios son de notar:
- En el Niño Jesús adorado por los magos se manifiesta, se da a conocer la Misericordia Divina: en efecto, sabemos que aún en condiciones tan humildes, Dios ha abierto un camino de vida, de luz, de felicidad verdaderas. Ese ha sido el motivo de la Navidad, y ahora desde la Epifanía podemos decir que Dios envió a su Hijo movido por su compasión, movido por su deseo de liberarnos de nuestros males del cuerpo y del espíritu;
- La búsqueda de los “tres magos de Oriente” es ejemplo de una Fe que “se mueve para ir a donde está Dios”; hicieron camino, se fatigaron, por momentos parecía perderse la estrella, pero perseveraron y creyeron que “Dios estaba en un pequeño, en condiciones tan humildes”; ¡cuidado con hacer nosotros lo contrario, no busquemos a Dios en los espectáculos de gloria humana, de engaño de las conciencias, sino vayamos buscarle en la humanidad “marginal, de las periferias del mundo” como dice el Santo Padre Francisco;
- Evitemos ayudar a los “Herodes de hoy”; los magos volvieron a su casa por otro camino, pues siempre hay quienes dicen tener interés en la vida, pero en el fondo quieren reducirla, agredirla. La presencia del “espíritu de Herodes” es decir, el atentado contra la vida de los niños incluso cuando no han nacido, se sigue dando hoy en las políticas abortistas, en la corrupción administrativa que provoca al final la muerte infantil con una tasa tan alta en Guatemala.
Que la revelación de la Misericordia del Padre en la pequeñez del Niño Jesús ilumine nuestras familias para todos en casa seamos “los que buscan, encuentran y llevan al Señor” a todos los ambientes de trabajo, de estudio, de convivencia humana. Y que esto sea posible por la intercesión de aquella que “no se queda con el Niño para sí misma” sino lo muestra al mundo, María, Madre de Dios y Madre de la Misericordia.