Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, obispo de Escuintla,
con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos
Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado el santo de Dios, el camino de todos los santos y el que da la paz a nuestros difuntos.
Hoy queridos hermanos, dirijo este mensaje a ustedes, porque estamos ya por celebrar el primero de noviembre a todos los santos, los conocidos, los no conocidos, ellos, ellas los grandes santos, los pequeños santos; como dice Papa Francisco: «el santo de la puerta de al lado, que tú no conoces«.
Lo celebramos en un solo día, por la costumbre, este día se va a los cementerios, realmente debía ser el día 2 de noviembre, pero esto no se puede cambiar fácilmente y será el día de la conmemoración también de todos los difuntos, en un solo día los que conocemos, los que no conocemos, los que reciben coronas. Los difuntos que son olvidados porque ya no tienen nadie que que rece por ellos.
Dos cosas son importantes, ante todo recordar a los difuntos, es recordar que también hay una vida eterna. Difunto quiere decir: que deja de de funcionar. Como un aparato, como el cuerpo humano deja de funcionar. Pero comienza otro tipo de vida, nunca pensemos que la vida termina con la muerte, absolutamente no es así y quien lo cree así, pues pobre, porque entonces tiene poca esperanza. Oramos por los difuntos para que ellos, que tal vez no fueron santos, alcancen la Gloria de Dios.
Quisiera únicamente recordar como decía dos cosas, en primer lugar el recuerdo de los difuntos no puede hacerse al estilo pagano. Los paganos también oraban por sus difuntos, hacían fiestas hacían bailes de disfrazaban, hacían parrandas, jaripeos. No, el difunto se va si con flores o sin flores. Se ora por él, porque como dice el libro de Macabeos (2 Mac 12, 43 ss), cosa que no está en la en Biblia protestante, es bueno rezar por los difuntos.
Están detenidos de algún modo, antes de entrar a la Gloria de Dios, son las benditas Almas del Purgatorio. Naturalmente, en estos últimos tiempos, junto con la deformación, donde hay mariachis, donde hay bebida delante de la tumba, estoy tan triste que voy a embriagarme por el difunto, a ver si no te mueres tú también de de la borrachera. Trátalo bien al que está a tu lado, mientras vive, ya después déjale todas las flores que quieras, pero no no llegarán, solamente la oración, por eso oramos en la Iglesia Católica por los difuntos.
Y quisiera referirme a algo que está tremendo en esta fiesta de Halloween que se realiza, finalizando año, el 31 de octubre. Pues es una broma, es un negocio, pero también es tocar la puerta del mal. Brujerías, hechizos, espantos, todo esto no existe, pero el diablo sí existe y cuando uno está jugando con estas cosas, pues el Papa Francisco lo dice y que tener cuidado con él, porque está derrotado, pero bien que puede ponernos en mal, en tentación.
Y mucho cuidado con que se propague entre nosotros, esa devoción fatal, devoción digo, es una mentira: el culto a la Santa Muerte, porque está profundamente ligado al narcotráfico.
En México, han habido cerca de un millón de asesinados por el narcotráfico y la violencia en ese país tan cercano, ha destruido a tantos. No existe la muerte, la muerte es un paso, de funcionar a no funcionar físicamente. Existe el alma, pero se le dado una personalidad a la Santa Muerte, personalidad diabólica, personalidad violenta y personalidad que trae sombras.
Oremos porque las autoridades, no sean tan corrompidas de dejar que se pongan estos templos, algo les han regalado, hay que decir esto, no tiene lugar aquí, porque afecta no solamente mi fe, afecta mi cultura, somos un país cristiano, católico o no y esto trae más violencia, el darle culto al mal.
Que estos días del año, no los hagamos con confusión sino que nos preparemos, para que cuando venga el Adviento, podamos recibir a Jesucristo y recibirlo con amor. Él sí reina, Él es la vida, Él es el camino y la verdad.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.
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