Mensaje Pastoral a la Diócesis de Escuintla con motivo del Adviento y Navidad 2016
Alegrémonos responsablemente: ya viene El Señor
A los Sacerdotes y Seminaristas
A las Religiosas y Religiosos
A los Agentes de Pastoral
A los Fieles Laicos
A los hombres y mujeres de buena voluntad en Escuintla
Hermanos y hermanas:
Con un saludo sincero y fraterno, me dirijo a Ustedes para invitarlos iniciar el Adviento y a vivir la Navidad de este año 2016, con una actitud alegre, esperanzada pero también responsable: Aquel que viene es quien nos ama en extremo, quien toma nuestra carne y da su vida para que tengamos vida en abundancia (cfr. Jn 10,10). Ante su venida hemos de “preparar sus caminos” (cfr. Is 40, 3ss) comprometiéndonos en hacer más intensa nuestra vida cristiana y sobre todo, de continuar el ejercicio de lo fundamental en la Iglesia de Cristo: el ejercicio de la caridad, de la misericordia, la de la forma de vida en la que el mundo reconocerá que somos hijos del Padre misericordioso y discípulos misioneros de su Hijo Jesucristo (cfr. Jn 13,35).
“Hemos contemplado la Misericordia del Señor”
Acción de gracias y propósitos por el Año de la Misericordia (1)
Muchos son los frutos del recientemente culminado Año de la Misericordia, verdadero regalo del Papa Francisco. Muchas han sido las vivencias de evangelización mediante la caridad y el perdón que como diócesis, parroquias y comunidades hemos vivido y contemplado en la tarea de “colocar de nuevo la viga maestra de la Iglesia”, la misericordia del Señor. Personalmente quiero agradecer a todos y cada uno de los párrocos y vicarios, a los seminaristas, a las religiosos y religiosos, a los agentes de pastoral y especialmente a los fieles católicos por su creatividad y trabajo, por su testimonio de Fe y de misericordia, cuyos frutos, como decía, han de perdurar “dirigiendo la vista hacia delante y comprendiendo cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo la riqueza de la misericordia divina. Agradezco pues, también a nombre de mis hermanos los más pobres, presencia inequívoca del Señor a quienes ha llegado de muchas formas el “bálsamo de la misericordia y el ungüento del perdón”: acciones caritativas, la cercanía del sacramento del perdón, el contacto más vivo con los necesitados, etc.
Todo ello nos invita mantener dos constantes en cada comunidad parroquial: la nueva puerta santa de la misericordia, es decir, la facilitación del sacramento de la confesión “verdadero lugar del amor misericordioso de Dios hacia el pecador”, así como la continuidad con la “misericordia social” (la acción ininterrumpida hacia los males físicos y espirituales) en una sociedad fracturada y herida. Mediante la celebración de la Reconciliación entonces, de la escucha de la Palabra de misericordia, de la consolación en la obras concretas física y espirituales “sin distinción de personas” dejemos que el Espíritu Santo continúe configurándonos como “hijos misericordiosos como misericordioso es nuestro Padre celestial” (cfr. Lc 6,36) quien cada día hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia a justos e injustos (cfr. Mt 5,45).
“Estemos despiertos y preparados”
La conversión del Adviento para recibir al Señor en Navidad (2)
En la vivencia adecuada del Adviento en Escuintla, no podemos menos de aplicar a nuestra realidad los pasos concretos del camino espiritual de este “tiempo fuerte”. Como realidades positivas contemplamos el entusiasmo y la fortaleza de las familias escuintlecas a pesar de sus dificultades materiales y espirituales, la alegría de los jóvenes y su acercamiento a Cristo en el ejercicio del VACRI hoy extendido en toda la Diócesis, un cierto renacimiento del deseo de participar más y mejor en la vida de la comunidad eclesial: de todo ello “damos gracias al Señor” pues su pueblo le siente presente y desea acercarse más a Él en las cosas cotidianas de familia, trabajo y sociedad. Sin embargo, a partir de su paralelo litúrgico con la Cuaresma, por ejemplo en el predominio del color morado en la Sagrada Liturgia, en ese espíritu de reflexión fuerte cuestionan la autenticidad de nuestra calidad humana y de nuestra vida cristiana:
- La profusión del vicio no solo entre los más jóvenes sino entre hombres y mujeres que ceden a la profusión de centros de perdición moral ante cuyo surgimiento las autoridades civiles no hacen prácticamente nada, como tampoco muchas veces en las mismas familias se prevé la adecuada conducta de los hijos en sus relaciones sociales y de tiempo de diversión.
- La siempre pendiente tarea de asumir la salvaguarda de la vida y dignidad de las personas, víctimas constantes del crimen organizado (extorsión, narcotráfico, robo, muerte violenta): compete a la misma sociedad organizada actuar más efectivamente y con más prevención hacia la presencia de una “cultura de muerte” que cobra en Escuintla tantas vícitimas inocentes
- La tarea compleja pero también pendiente del compromiso ecológico por parte de todos los actores responsables por naturaleza de la toda acción productiva, de habitación humana, etc. que evite la degradación natural y el impacto de la crisis ecológica mundial en Escuintla
- La indiferencia en fin, entre seres humanos e incluso de confesiones cristianas, ante la pobreza, la desorientación y la profusión del trabajo informal, etc. que hacen penosamente dudable la calidad de Escuintla como una auténtica sociedad organizada para la seguridad, la colaboración al bien común, etc.
- La mentalidad ciertamente festiva, pero lamentablemente “comercialista y materialista” que golpea este tiempo tan hermoso y significativo: ¡despertemos del adormecimiento consumista y vivamos la preparación a Navidad con un Adviento de conversión!
Los caminos del Señor que queremos preparar deben entonces pasar por la conversión personal, familiar, comunitaria y social. Ante las realidades apenas esbozada antes no podemos reaccionar ni con indiferencia ni con miedo, sino con esperanza: una esperanza activa, que parte de la revisión de la propia vida, de la vida familiar y de la vida comunitaria: ¿estamos haciendo lo posible para que “venga y habite entre nosotros” el Dios de la vida, el Señor de la misericordia? ¿o reproducimos entre nosotros la mentalidad el mundo egoísta, materialista, instalado en un modo de vida violento “como si no existiera el Dios de la Paz”?. Propongo pues que a partir de estos domingos iniciales de Adviento se estimule la mirada de misericordia hacia estas realidades: que ningún dolor humano físico o espiritual nos sea indiferente pues “se acerca Aquel que tomó sobre si nuestros pecados y nos sanó mediante su Encarnación”.
Purifiquemos nuestros corazones
Propuestas para vivir el camino de Adviento 2016 (3)
La Iglesia como madre y maestra nos indica dos momentos en el Adviento, distinguidos especialmente por el mensaje de la Palabra de Dios:
- Desde el 1er. domingo hasta el 16 de diciembre: se nos advierte, como lo indica el título de este mensaje, de aquella venida del Señor “al final de los tiempos”. Será el Evangelio según san Mateo el que nos guiará este año para “velar responsablemente” y recibir al Señor con un corazón limpio en familia, en comunidad, en la toda la tierra escuintleca.
- Desde el 17 hasta el 24 de diciembre: en la llamada “semana santa de Navidad” donde contemplamos más directamente la escena del nacimiento del Señor, marcada también por la contradicción y rechazo del mundo a Aquel que es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
Distinguiendo estos momentos quiero invitar especialmente a los párrocos y agentes de pastoral a estimular:
- La mejor proclamación y escucha de la Palabra: el profeta Isaías, Juan Bautista y los demás profetas así como María Santísima Virgen María son el modelo de proclamación y de escucha “con apertura de corazón” personalmente, en familia, en comunidad parroquial: ¿de qué hemos de convertirnos al Señor, cuál es el compromiso hacia la vida humana y la vivencia de la Fe?
- El gran servicio del sacramento de la Reconciliación “puerta abierta de la misericordia divina”indicada tan claramente por el Papa Francisco: “A los sacerdotes renuevo la invitación a prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal”. Que cada sacerdote organice su tiempo para privilegiar este enorme servicio y dar lugar a la preparación espiritual de todos.
- La vivencia profunda y no superficial de las expresiones de devoción popular de estos tiempos: las posadas (tengan siempre referencia al gran número de pobres y migrantes que pasan por la tierra escuintleca), las “entradas” y celebraciones marianas (la Inmaculada, Nuestra Señora de Guadalupe: María como signo de una Iglesia en salida al servicio misericordioso de los más necesitados), la Corona de Adviento tanto en el templo parroquial como en familia (que es toda una catequesis y llamada a la confección de los “nacimientos” y símbolos del nacimiento del Señor (toda una invitación a valorizar la familia como fundamento del respeto, la caridad, la orientación de la vida personal según la voluntad de Dios).
Y por sobre todo, queridos hermanos y hermanas, que la práctica de la misericordia con sus obras físicas y espirituales nunca pierda su significado profundo, como decía San León Magno: “La práctica de la caridad borra todos los pecados”.
María visitó a Isabel
Caminemos con María preparando el camino al Señor que viene (4)
Culmino este breve mensaje invitando a retomar el gesto del final del Año de la Misericordia: “somos una iglesia en salida” para preparar los caminos del Señor en el propio corazón y en el de los hermanos. Recuerdo a todos pero de manera especial a los sacerdotes, religiosas, seminaristas y laicos comprometidos de nuestra Diócesis que durante el año 2017 realizaremos la elaboración del III Plan Diocesano de Pastoral bajo el lema: “Rema mar adentro” el cual inicia con el “examen de conciencia pastoral misionero en cada parroquia”. ¡emprendamos ya desde el Adviento la toma de conciencia de nuestra identidad discipular y misionera con espíritu de conversión pastoral!.
Y que sea bajo la mirada amorosa e intercesión constante de María, la caminante del Adviento que podamos avanzar en Adviento – Nadvidad al que ya viene y que sin embargo ya está presente en la Comunidad, en la Palabra, en la Eucaristía y en el hermano más pobre. Invoco sobre todos queridos hermanos y hermanas, la bendición del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
(1) Cfr. PAPA FRANCISCO Bula Misericordiae vultus 5ss.
(2) Cfr. PAPA FRANCISCO Carta apostólica Misericordia et misera 5
(3) Cfr. Ibid. 19
(4) Cfr. Misericordia et misera 10