Parroquia Misionera – Mensaje del COMGUA V

Parroquia Misionera, comunidad de comunidades al servicio del Reino
Mensaje a las comunidades eclesiales de nuestras parroquias en Guatemala

1. Los participantes en el Congreso Misionero Guatemalteco (COMGUA V) saludamos en el Señor Jesús a todas las parroquias de la Iglesia en Guatemala, en cuyo nombre hemos estado participando en este encuentro de comunión y misión. Que su gracia y paz les acompañen siempre.

2. Hemos celebrado el Congreso en la Diócesis de Huehuetenango, con la participación de más de mil misioneros, laicos y laicas, religiosas y religiosos de todas las iglesias particulares de Guatemala en comunión con nuestros pastores. La cordial y fraterna acogida de esta diócesis pluricultural y multilingüe, en un ambiente eclesial de alegría y esperanza, nos ha permitido soñar con un futuro prometedor para nuestras parroquias. Todos unidos en un mismo sentir, con el ánimo de emprender juntos la transformación misionera de nuestras parroquias a la luz de Aparecida y del profético magisterio del Papa Francisco.

3. Hemos llegado a este importante acontecimiento eclesial misionero después de un serio y provechoso camino de reflexión y de análisis de la vida parroquial, iniciado en el Año de la Misericordia, cuando descubrimos ya nuestra misión de ser “parroquias misericordiosas como el Padre”, quien ha visto la opresión de nuestros pueblos, ha oído sus quejas contra los opresores, se he fijado en sus sufrimientos y ha bajado a liberarlos (Cf. Ex 3, 7s). Después, el “examen de conciencia parroquial” a la luz de Aparecida, nos permitió tomar conciencia de nuestros “pecados pastorales”, haciéndonos pasar de un estado religioso de autocomplacencia a una seria inquietud y proceso de “conversión pastoral” permanente. Finalmente, en el presente año, hemos trabajado en el tema específico de este COMGUA V: “Parroquia Misionera, comunidad de comunidades, al servicio del Reino”.

4. Hemos aprendido, que no podemos hacer pastoral sin considerar los contextos en los que vivimos, los trabajos de nuestro Congreso iniciaron con el análisis global de las realidades más dramáticas de los miles de guatemaltecos que sufren la extrema pobreza y la exclusión social, hermanos y hermanas que viven la gran mayoría en los territorios en que están enclavadas nuestras parroquias. Con pena, hemos podido constatar, que muchas veces no miramos desde la fe la vida de los empobrecidos, excluidos y descartados de nuestras propias parroquias. Caemos así en la indiferencia, y perdemos la capacidad de incidir en la realidad actual, al descuidar nuestro propio compromiso social, llamado a alimentarse de la fuerza transformadora y liberadora del Evangelio, y de este modo nos hacemos cómplices de esta trágica situación.

5. Animados por la esperanza que brota del Evangelio y del momento actual que vive la Iglesia de la mano del Papa Francisco, hemos realizado un “juzgar prospectivo” para abrir horizontes de futuro que nos resulten atrayentes y esperanzadores, para comprometernos de lleno en la transformación misionera y samaritana de nuestras parroquias y hacer de ellas instrumento del crecimiento del Reino; levadura que fermente el propósito de “salvar al mundo desde dentro”; del compromiso de salir de sí mismos, para ponerlas definitivamente en estado permanente de misión. Conscientes de que necesitamos con urgencia un nuevo estilo de parroquia, “evangelizada ella misma y evangelizadora” al servicio del Reino.

6. A lo largo de todo el Congreso, desde el numeral 19 de Evangelii Nuntiandi, hemos comprendido con más fuerza la necesidad de una evangelización misionera “intensiva”, que no se queda en un simple barniz decorativo, sino que busca transformar con la fuerza del Evangelio “los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación”. Este es nuestro compromiso.

El Obispo, sacerdotes, seminaristas y laicos, integraron la delegación de Escuintla, participante en el COMGUA V, realizado en la Diócesis de Huehuetenango.

7. En este Congreso Misionero nos hemos comprometido a abrir caminos nuevos para la vida en Cristo de nuestras comunidades parroquiales desde la realidad pluricultural de nuestro País: la de los pueblos originarios, tan abandonados y excluidos, a lo largo de su historia, por visiones xenófobas de las élites que han liderado el país; el vasto mundo campesino, tan marginado de las políticas de desarrollo integral que dignifique sus vidas; la realidad urbana marginal de las ciudades en donde la vida de las personas se deshumaniza entre barrancos, hacinamientos y condiciones laborales precarias y extenuantes y finalmente, la realidad de la vida urbana donde las personas son presa del consumo en el marco de un materialismo y un neoliberalismo salvajes, que alimentan procesos de despersonalización, anonimato e individualismo. Nuestras parroquias deben considerar estos ámbitos, para responder a las necesidades específicas de estas áreas. No debemos continuar con un solo modelo de parroquia. Las parroquias deben cambiar sus perfiles desde las realidades concretas en que se encarnan.

8. Este quinto Congreso Misionero nos reunió como Iglesia misionera a los pies de los Cuchumatanes, (Cuchuj-Matan= “Unir con fuerza”), para ayudarnos a contemplar el futuro de nuestras parroquias con esperanza, porque la parroquia es “la casa del Pueblo de Dios; esa donde el Pueblo de Dios vive en medio de la gente” (Francisco). En ella, el Espíritu nos quiere unir en comunión y suscita la participación de todos. En ella, el Espíritu nos da la fuerza para la salida misionera. Él quiere hacer de nuestras parroquias el signo viviente del Reino de Dios en esta Guatemala que vive tiempos difíciles.

9. Al pensar en la multitud de empobrecidos, en estos días, de una manera especial en la caravana de migrantes que han cruzado y siguen cruzando nuestras tierras, vemos providencial que nuestro Congreso coincida con la Jornada Mundial de los Pobres cuyo lema es: Este pobre gritó y el Señor lo escuchó. Como parroquias, queremos ser de verdad el lugar donde Dios escucha el grito del pobre, y el espacio para su liberación.

10. El entusiasmo y ardor misionero que se ha encendido en nuestros corazones en estos días, nos compromete a participar activamente en la transformación de nuestras parroquias. Lo haremos, si nos abrimos a Jesús y a su proyecto del Reino, si asumimos su propio modo de trabajarlo, si encarnamos su estilo de vivir. Si logramos que nuestras parroquias se encarnen en la realidad social y cultural donde están situadas; finalmente, en la medida que se adentren en el horizonte abierto por Aparecida.

11. Salimos con la firme convicción de implementar, en comunión con todas las fuerzas vivas de nuestras parroquias, procesos pastorales fieles al Evangelio, insertos en la realidad pluricultural de nuestro país y abiertos a lo que el Espíritu de Jesús dice a nuestras Iglesias. Compartimos con todas las parroquias de Guatemala, que han estado tan presentes en nuestro corazón durante estos días, la alegría que nos ha contagiado el encuentro con Jesús y con los hermanos, la protección de la Virgen de Concepción, amada en Huehuetenango, animados por modelos de vida como el Santo Hermano Pedro, el hermano Santiago Miller y nuestros beatos mártires. Que el Señor los bendiga y nos bendiga a todos.