Queridos hermanos:
Continuando con el ambiente de “fin del año litúrgico” y por lo tanto “de evaluación de la vida cristiana” este domingo nos invita a la “vigilancia de la historia”, es decir, a ver y reflexionar responsablemente, de los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, pero también a lo que sucede dentro de nosotros mismos en nuestra relación con Dios y los hermanos: evitemos distraernos y descuidar lo que será la gran evaluación de nuestra existencia, estemos atentos a los “signos de los tiempos”.
A dicha atención nos invita el profeta Daniel cuando dice que “todo el poder del mal no destruirá el plan de Dios, se levantará el arcángel San Miguel para destruir la fuerza del mal”; ¡evitemos caer en la desesperación pensando que la historia la llevan las fuerzas del mal y que Dios no intervendrá nunca en el mundo!.
Para un cristiano es Dios quien va poco a poco llevando a cabo su plan de salvación. Si vivimos, en cambio, atentos a lo que publican los medios de comunicación -que en la gran mayoría de sus contenidos reflejan sobre todo el mal que abunda en el mundo- podemos caer en la desesperación, en la angustia y se apagará la Fe en nuestros corazones.
Por ello el Salmo responsorial de hoy pide: “Enséñanos, Señor, el camino de la vida”; pues entre tantas “malas noticias” hemos de reconocer al presencia del Señor que nos lleva por la senda de la vida.
Pero es sobre todo Jesús quien nos invita a “prepararnos a la evaluación de nuestra vida al final de la historia” -que puede ser muy bien el final de la propia vida, como celebramos al recordar en este mes a los difuntos-.
El Maestro nos pide no vivir distraídos y descuidados en las cosas diarias, cuando habla de “cosas tremendas que sucederán” se refiere a que ese final de la existencia humana será evaluada a profundidad; ¡evitemos el error y el delito de tantos predicadores que utilizan las palabras de Cristo para causar conversiones a su conveniencia!.
En el “observar lo que sucede” podemos escuchar lo que decía San Agustín, “Me apena que muchos se afanan en saber lo que sucede fuera, en el universo externo, pero no saben ver hacia dentro de sí mismos”.
Este final del año nos invita a la alegría y acción de gracias, el Señor ha estado con nosotros siempre. Pero nos invita a la “vigilancia” pues pudiera ser que perdamos en tiempo, la vida misma, preocupados de las cosas materiales, de los que se acaba y no nos hace mejores, descuidando “el inventario” de nuestras propias vidas.
Que el recuerdo continuado de los fieles difuntos en este mes, nos haga devotos en la oración por su salvación y agudice nuestra vista a los “signos del paso de Dios” que vendrá como Rey del Universo a darnos la plenitud de la vida que tanto esperamos.
Que comencemos a “hacer cuentas conscientes” del año cristiano vivido y mediante el Sacramento de la Confesión “pongamos en la presencia de Dios, con confianza en su misericordia” el camino recorrido.