Queridos Hermanos:
Con la inmensa alegría de la Pascua, les doy a todos un saludo en forma de Buena Noticia, de la mejor noticia: “!El Señor verdaderamente ha resucitado, aleluya!.
Ciertamente no hay otra noticia mejor: la resurrección de Cristo significa la victoria definitiva del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, de la vida sobre la muerte.
En la primera lectura de hoy, Pedro, dejado ya el miedo humano y fortalecido por el Espíritu Santo, aparece como todo un “heraldo, mensajero, pregonero” de esa Buena Noticia, lo hace resumiendo la vida de Cristo , el ministerio de Cristo y su misterio Pascual; no son solo recuerdos, son la propia experiencia de “sentir vivo al Señor en medio de su Iglesia, el mismo Cristo incomprendido y rechazado, ahora vive para siempre. ¡Escuchemos a Pedro también nosotros, que como dice el Papa Francisco “en ocasiones tenemos una expresión de cara de viernes santo” como si la más grande alegría no nos hubiera sido comunicada, la Resurrección del Señor!.
Es por ello el Salmo 117 recoge una expresión hermosa: “Este es el día que hizo el Señor” y que se refiere a que hemos entrado en una nueva etapa de la historia: Dios es el autor de todos los días, él es el dueño del tiempo, pero “este día” el de la resurrección tiene su sello especial: ¡cuidado con los falsos cristianos “sabatistas” que quieren destruir la Fe en el Domingo, en el Día del Señor y “volver al sábado” como en el Antiguo Testamento!.
Ahora bien, esta “buena noticia” de la resurrección de Cristo, de un nuevo inicio de la historia de la Humanidad en el Día del Señor, nos condiciona, no podemos seguir orientando nuestra vida como si Cristo no hubiera resucitado, como si la luz no hubiera vencido a las sombras.
Es por ello que San Pablo no duda en decir a los cristianos de Colosas: “Ahora busquen las cosas de arriba, donde está Cristo, busquen los bienes del cielo”. En su lenguaje nos invita a buscar lo que “nos hacer parte de la resurrección”, la vida nueva, la paz, la justicia, la transparencia, la fidelidad, la misericordia, el bien en todas sus expresiones. ¡No dejemos que el final de la Semana Santa nos encuentre de nuevo en el trabajo, en el estudio, conversando de las vacaciones, sino de cómo ha cambiado nuestra vida!.
Es por ello que la hermosa lectura del Evangelio nos habla de una transformación, no solo aquella la más importante, el paso de Cristo de la muerte a la vida, sino la del “paso del temor al gozo, de la duda a la Fe”; mientras Magdalena se llora pues piensa que se han robado el cuerpo de Cristo, mientras que Pedro se preocupa por un hecho misterioso, solo Juan “ve y cree”, es la mirada del amor que reconoce que era imposible que quien era la Palabra hecha carne (Jn 1, 14) fuera vencido por la muerte, pues esa Palabra estaba con Dios y era Dios (Jn 1, 1).
Acojamos la Buena Noticia en nuestra vida, llevemosla a todos aquellos que necesitan no una condena sino una palabra de esperanza y de gozo, ¡en verdad el Señor ha resucitado y está entre nosotros, aleluya!”.