Canonización Madre Teresa de Calcuta

Mensaje Pastoral
con motivo de la Canonización de la
Beata Teresa de Calcuta
y el Jubileo de los Operadores de Misericordia en Escuintla

Dichosos los misericordiosos
porque alcanzarán misericordia
(Mt 5,7)

A las Hermanas Misioneras de Madre Teresa en Escuintla
A los Sacerdotes Párrocos y Vicarios
A los Seminaristas Diocesanos
A las Religiosos y Religiosas
A los Agentes de Pastoral
A los Misioneros y Misioneras
A los Fieles Católicos
A los hombres y mujeres de Buena Voluntad en la Sociedad Escuintleca

(1) “Cantare las Misericordias del Señor” (Sal 88,1ss)
Introducción

Hermanos y Hermanas en el Señor:

Con mucha alegría celebramos en estos días el maravilloso regalo del Papa Francisco, la canonización de aquella “mujer que fue misericordia”, la humilde religiosa Beata Teresa de Calcuta, de quien me permito recordar que fue “misionera de la caridad” en tres ocasiones en Guatemala, comenzando por su visita en 1976 luego de terrible terremoto que destruyó la nación y causó más de 35,000 víctimas mortales. En aquella ocasión, como en su momento San Juan Pablo II, Guatemala fue objeto de la consolación con la visita de Teresa de Calcuta, portadora de esperanza y de misericordia para con los más pobres.

Comparto ahora con Ustedes algunas reflexiones que nos ayuden a vivir no solo este momento, sino también el Jubileo de los Operadores de Misericordia indicado por el Papa Francisco, para lograr también nosotros la santidad cristiana “siendo misericordiosos como nuestro Padre celestial” (Lc 6, 36), como Teresa de Calcuta que ahora alcanzó la vida eterna y “canta eternamente en la gloria las misericordias del Señor” (cf. Sal 88, 1ss).

(2) “Al verla tuvo compasión de ella” (Lc 7, 13)
No seamos indiferentes al drama de la vida amenazada y disminuida en Escuintla

Los santos reflejan la gloria de Dios, la misericordia del Señor: al seguir al Jesucristo como discípulos y testigos suyos, hombre y mujeres, jóvenes y niños, estamos llamados a “reflejar” la gloria del Señor, es decir, aquello que brota de su misterio infinito de vida: su misericordia. Así lo hizo Jesús, el Mesías, que “pasó haciendo el bien” (cf. Hch 10,38) porque “sintió compasión” (Mt 9,36) de quien sufría en el cuerpo o en el espíritu. Como cristianos pues, hemos en primer lugar de imitar al Señor: seguirle (=ser discípulos suyos) es “imitarle” decía San Agustín, hasta practicar a la “misericordia” ante el sufrimiento humano: “La misericordia trae su nombre otras dos: ‘miseria’ y ‘cor’, ‘miseria’ y ‘corazón’. Se habla de misericordia cuando la miseria ajena toca y sacude tu corazón. Todas las obras buenas que realizamos en esta vida caen dentro de la misericordia”.

En Escuintla no faltan los cuadros de vida disminuida, es decir, golpeada por la violencia, la pobreza, pero también la indiferencia:

  • Seguimos siendo el departamento con uno de los más altos índices de violencia debida al narcotráfico, el crimen organizado, la extorsión.
  • En tantos hogares existe el drama de la violencia doméstica, la irresponsabilidad paterna, la tentación constante de iniciarse y asociarse con la delincuencia por tantos jóvenes que ni trabajan ni estudian, con tantos niños dedicados al trabajo infantil
  • No estamos aún preparados para las consecuencias del cambio climático ni la debida regulación del uso de los recursos naturales, menos aún estamos preparados eficientemente en “educación ecológica”
  • Las condiciones sanitarias del departamento como en toda Guatemala, son deplorables y las víctimas de esta grave carencia no son pocas
  • El triste fenómeno de la desnutrición infantil ha crecido asombrosamente en uno de los departamentos registrados con “menos pobreza” en Guatemala

Como Jesús en su entrada a Naím encontró el duelo de un joven hijo único de una madre viuda, así nosotros, “como quien visita un hospital de campaña” dice el Papa Francisco vemos constantemente a la muerte de personas jóvenes, y como nuestro Señor y Maestro y modelo de Misericordia, hemos de “sentir compasión”: de tomar parte más allá de un sentimiento pasajero, del drama de nuestros hermanos: ¡vivamos especialmente este Año de la Misericordia y siempre como hijos de Dios!”, es decir, superando la indiferencia sabiendo al igual que Santa Teresa de Calcuta, a la que admiramos hoy en el altar de la santidad “también nosotros seremos transformados de gloria en gloria” (cf. 2Co3,16-18).

Santa Teresa de Calcuta y San Juan Pablo II

 

(3) “Tú creaste mis entrañas y me formaste” (Sal 139,15)
Una misionera y apóstol por la vida

Santa Teresa de Calcuta realizó una amplia obra de misericordia, dedicada también a los más indefensos, las víctimas del crimen del aborto. El 3 de febrero de 1994 ante muchos empresarios y dirigentes en Estados Unidos afirmó: “La mayor amenaza contra la paz es el aborto”. Quizás esta dimensión de su servicio a la vida pueda pasar desapercibido, pero precisamente en estos días cuando en Guatemala se intenta “aprobar legalmente el aborto con el eufemismo de ayudar a las niñas objeto de violación en el “problema de la maternidad temprana” es importante recordar la contribución mundial de la nueva santa, quien también decía: “Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela”.

En Escuintla, donde como en el resto de Guatemala hay tantísimos casos de abuso infantil, el camino para evitar dicho mal no es “cuando ya una nueva vida está en gestación” sino mediante la verdadera educación familia, con condiciones de vida digna y mediante la inversión en formación infantil y juvenil en los temas que pocos abordan: abstinencia, respecto a la persona, responsabilidad: ¡cuántos cristianos católicos y no católicos ignoramos lo fundamental de la moral cristiana misma: el respeto a la vida “desde su concepción hasta fin natural” enseñaba también otro misionero de la paz y de la vida en Guatemala, San Juan Pablo II. ¡Protejamos la vida de las futuras generaciones de escuintlecos y escuintlecas amparando la vida en la futura madre y evitemos asociarnos al crimen del aborto!.

(4) “Que viendo sus buenas obras den gloria al Padre del cielo” (Mt 5,16)
La presencia de las hijas de Madre Teresa en Escuintla.

De modo especial en estos días nos unimos como hermanos y hermanas en la felicitación a las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa, presentes por favor del Señor en la Diócesis de Escuintla desde hace más de 20 años. De modo silencioso pero efectivo estas mujeres consagradas y sus colaboradores –a quienes también agradecemos y felicitamos- ejercen la caridad “sin comentarios” sin discursos, sin propaganda: todo lo contrario, el resplandor de la misericordia en sus obras de cientos y cientos de horas, ilumina las vidas de enfermos de VIH SIDA, de indigentes, de familias empobrecidas etc.

Recordemos que ellas hacen vida las tres acciones que el Papa Francisco indicó en el Año de la Vida Consagrada para religiosos y religiosas:

  1. Profecía: nos llaman la atención, nos abren los ojos ante el drama humana;
  2. 2) Cercanía: ejercitan la caridad intensamente, de modo concreto en los más pobres;
  3. 3) Esperanza: son fuente de ella para tantos a quienes les tocó una vida diferente lastimada física y espiritualmente por la enfermedad y la pobreza.

¡Invito a todos a no pasar de largo esta bendición que tenemos en Escuintla y a imitar su entrega silenciosa pero amorosa a los más pobres durante todo el año!.

San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta

 

(5) “Lo que hiciste con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hiciste” (Mt 25, 30ss)
Practiquemos la Misericordia como Santa Teresa de Calcuta

Finalmente, creo que como seres humanos y como cristianos alcanzaremos la “verdadera alegría”, la paz y la dicha personal, familiar y comunitaria, cuando imitemos a los santos, especialmente en estos días a Santa Teresa de Calcuta. Como diócesis en este Año de la Misericordia hemos promovido en todas las parroquias “signos de misericordia” por ejemplo, en la Obra de Misericordia que coordina Caritas Diocesana en los caseríos pobres de Guanagazapa, Puerto de San José, gracias a la Conferencia Episcopal Italiana, a CRS, etc. así como en las Semanas de la Misericordia culminadas apenas en Agosto pasado.

Felicito a los Párrocos y Feligresía que tienen estas iniciativas donde no hay acepción de personas ni de credo religioso, pero que no pueden ser para un momento sino signo del amor de Dios que “cada día hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos” (cf. Mt 5, 45).

Por ello les invito a apoyar todos y cada uno, según su condición y posibilidades, la Fundación Misericordia que será destinada a una Clínica Infantil de Recuperación Nutricional, dados, como decía antes, los altos índices de desnutrición en los más pequeños con las gravísimas consecuencias para el adecuado desarrollo físico y mental de las nuevas generaciones.

Ponemos en manos de la nueva santa esta iniciativa modesta recordando su enseñanza tan sabia: “No podemos hacer grandes cosas, pero sí pequeñas cosas con un gran amor”.

(6) “La caridad no acaba nunca” (cf. 1Co 13, 8)
Conclusión.

Hermanos y hermanas: el Papa Francisco nos indica en este Año de la Misericordia un modelo vivo, un ejemplo cercano a quien muchos pudimos conocer personalmente. Ella bien decía con tanta claridad: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir” y también “Hay que hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario”.

Que desde el cielo, la humilde mujer que siempre huyó de la fama y a la que el mundo entero hoy reconoce y agradece, interceda para lograr para Escuintla vocaciones sacerdotales y religiosas, pero moldeadas como su corazón por el fuego espiritual de la Misericordia. Que ella continúe sirviendo a “sus pobres” mediante nuestros medios eclesiales y sociales, y que asociada a la súplica de María, Madre de Misericordia nos ayude a dar acogida al pobre, amor al desamparado y esperanza a toda persona.

Invoco sobre todos Ustedes la Bendición del Señor Misericordioso, Fraternalmente,

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma