En la Clausura Diocesana del Año Josefino y de la Familia
Catedral Diocesana, 19 de Marzo del 2022
Vayamos a san José, patrono de las familias
Queridos Hermanos Sacerdotes
Queridas Religiosas
Queridos Esposos Delegados de la Pastoral Familiar de las Parroquias de Escuintla
Hermanos todos
Quisiera dirigirme a todos ustedes en esta reflexión sobre la Palabra de Dios que hemos escuchado, para hacer notar dos cosas:
- En medio del carácter fuerte de la Cuaresma, siempre nos sorprende y alegra la Fiesta de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María. Al ambiente de penitencia, de meditación, no de “verano y de vacaciones” sino de camino sinodal hacia la Pascua, en medio de esa seriedad necesaria, volvemos los ojos con gozo al Patriarca San José y decimos al Señor:
Gracias Señor, por san José, hijo tuyo, padre adoptivo de Cristo, modelo de paternidad y de trabajo, de camino, de fe y esperanza.
- La segunda cosa de notar, en la Diócesis de Escuintla quisimos alargar el tiempo del Año de San José, que culminaba el 8 de diciembre pasado, lo hacemos porque las ricas enseñanzas de Papa Francisco en dos series de catequesis sobre san José, pero también por la celebración de los cinco años de la Encíclica Amoris laetitia, la alegría del amor, tan dedicada a las familias, eran dos acontecimientos que nos “pedían más tiempo” pues cayeron en plena pandemia y solo con un tiempo más podríamos enriquecernos de ellos.
Gracias Señor, por Papa Francisco, amoroso hijo de san José, valiente defensor de la vida cristiana.
Naturalmente, el hecho de la pandemia nos sigue condicionando, pues esta fiesta en el corazón le pertenecía al Puerto de San José, espero me perdonen, pero para observar el aforo y el cuidado de lo preciosos padres de familia que nos visitan estamos en Catedral.
No puede sino referirme sólo brevemente a estas dos hermosas realidades en marco de la culminación del Año Josefino y de la Familia en Escuintla:
- El don y tarea de “ser familiar”, sí, de ser familia, y no de “tener una familia, saber de la familia, sino de ser familia”. A ello se refiere el Papa Francisco con palabras hermosas en verdad,
“La familia está llamada a compartir la oración cotidiana, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión eucarística para hacer crecer el amor y convertirse cada vez más en templo donde habita el Espíritu”
En la primera lectura, se habla de la promesa de Dios a David de un descendiente suyo que será “su hijo”, sabemos que es Cristo el Señor, el cual surgirá de su “casa” es decir de su Familia, la familia es el lugar donde por el amor sigue naciendo Cristo, dándose al mundo siempre y cuando ella viva de la Palabra y de la Eucaristía.
En un mundo individualista como nunca, la familia sea el nosotros de la Fe, para caminar en visión de la promesa de Dios, el nosotros de la Esperanza, para vencer las dificultades no de alguno, sino de cada uno de sus miembros, sea el nosotros de la caridad, pues lo que hace a la familia no es llevar el mismo apellido o ADN sino amarse profundamente, pacientemente, realmente.
“Una familia y un hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente. Este ejemplo muestra que tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no sólo en los derechos individuales. La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, pero necesita ser protegida”
La familia y sus derechos, tan mencionados en los que se declaran defensores de la vida pero favorecen los gusto individuales, de grupos que atentan contra la familia en su verdadera naturaleza, se habla de familias “con nueva formas”, una triste realidad son la disfuncionales, pero el apostolado de la Pastoral Familiar es precisamente acercarse sin condenar y volver, como lo dice la Amoris laetitia a proponer con todo derecho el matrimonio entre hombre y mujer y el matrimonio como sacramento, como el verdadero rostro de una familia según los caminos del Señor.
Familias heroicas, en fin, en una sociedad de modelos antifamilia y en unas condiciones de vida donde no se vive sino se sobrevive a la pobreza, violencia, temor por las agresiones, carestías económicas graves
Señor, asumimos el don de la familia, creación tuya y trabajaremos en la tarea siempre pendiente de formar a ser familias.
- José, esposo de María de la que nació el Cristo, naturalmente, sería extenso citar todo el pensamiento de Papa Francisco, sobre el “que duerme para encontrar la voluntad de Dios”, de la Palabra de Dios que también cita el Papa hoy queremos recordar:
1) José ha sido, sobre todo en pandemia, en desempleo, en temor, en enfermedad y muerte el modelo de la perseverancia del “no tirar la toalla” en buscar el pan de cada día para los suyos en condiciones difíciles.
2) José ha sido el modelo de la creatividad, cuando sin empleo en Egipto debió dar de comer a la Madre y al Hijo, quien sabe de qué trabajó en esa tierra, como migrante que siempre piensa en su familia en los que Dios le puso a su cuidado.
3) José ha sido el modelo de la humildad y de la obediencia a Dios, el que se deja a sí mismo y sus proyectos con derecho, para servir a Dios, el que dejó su paternidad natural para asumir la espiritual y por ello es modelo de los sacerdotes, al que el pueblo llama bien “padres en la fe”.
4) José ha sido modelo del amor que madura, aquella preciosa catequesis del Papa Francisco sobre San José que tiene que superar la duda sobre la maternidad de María y sin momentos no de duda, pero si de sombra, es allí donde madura el amor
5) José ha sido modelo del caminar juntos en la Fe como decía hoy la segunda lectura de la carta a los Romanos: el padre, el que imita a San José es el maestro de la Fe sus hijos en un mundo materialista, cegado por logros materiales, empobrecido por la pérdida de valores humanos y cristianos.
He querido tomar el título del Mensaje Pastoral enviado a Ustedes al inicio de nuestro largo año josefino y de la familia, «vayan a José», las curiosas palabra de un pagano, del faraón de Egipto cuando la gente le reclama que no hay alimentos, vayan a José que de él pueden recibir el pan que les falta (cf Gn 41, 55).
La invitación a las Familias para que nunca dejen de ir a San José y rogarle por el pan cotidiano, por el cuidado de los hijos en este mundo violento y abusador, rogarle por el trabajo de quien es patrono, rogarle por las vocaciones y la fidelidad de los sacerdotes de quien es modelo.
Encomendemos en esta Santa Misa a Monseñor José Ramiro Pellecer Samayoa¸ a quien todos conocemos, yo en particular cuando vine hace cuarenta años a ayudarle unas semanas en Escuintla y descubrí en él un padre preocupado por sus hijos sobreviviendo en medio del conflicto armado, fue para todos el hombre del Espíritu, de la sonrisa y del acompañamiento fiel.
Hermanos: encontrémonos, ahora, en la Eucaristía que sigue en esta clausura, no con un final sino con un comienzo, pensemos y encomendemos a las familias y hogares que está siendo destruido por la guerra de Rusia contra Ucrania, en todos los trabajos que se pierden, en los migrantes a millones que deben salvar sus vidas, allí se unen José, María y Jesús de nuevo en el drama de la violencia por el que unidos a Papa Francisco oramos hoy por la paz.
¡Vivan las familias, viva san José, caminemos juntos a la luz de Cristo el Señor. Amén!