La no violencia de los cristianos

Queridos hermanos y hermanas:

El Señor Jesús continúa también este domingo con la presentación “ideal de su Iglesia”: comunidad de los discípulos “bienaventurados” porque conocen el camino de la vida que les indica su Maestro desde lo alto del monte.

La senda indicada por el Señor es exigente, y en apariencia tan fuerte que nos parece imposible. Y sin embargo, el mismo “legislador” Jesús es el modelo vivo del cumplimiento de la voluntad del Padre,  es el modelo de realizar el camino de la vida.

Y se trata precisamente de la “no violencia de los cristianos”: ¡una forma de vida que parece que ni siquiera hemos estrenado, cuando escuchamos de las guerras entre naciones y de la violencia que se ha vuelto la forma de existencia de todos los días!.

Es en fin, el camino que el Papa Francisco nos ha señalado para la Jornada Mundial de Oración por la Paz para este 2017: “La no violencia, un camino concreto para la paz”.

Ya la primera lectura del libro el Levítico muestra lo que debe estar en el fondo de nuestras reacciones: si tu hermano peca, trata de corregirlo, no de acabar con él.  Una curiosa invitación, pues el autor escribe en una época de intolerancia, es decir, en momentos como decía el autor latinoamericano Borges: “La violencia está siempre como una pistola cargada, a punto de disparar”.

Y el mismo San Pablo, al enseñar que “nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo” llama no solo a una vida de moralidad, de respeto, contraria a la violencia que provoca hoy la pornografía, la esclavitud de la mujer en la prostitución: ¡estamos llamados a tratar dignamente a toda persona, “templo del Espíritu Santo”.

Pero es Cristo quien hoy establece tres formas de “no violencia:

  1. No responder a las ofensas con ofensas: el golpe en la mejilla derecha –hecha con la mano izquierda- no debe dar lugar a aquella espiral de insultos de venganzas, como lamentablemente se guían las naciones, algunas familias, etc.
  2. El juicio legal sobre lo propio: el Señor pide estar dispuesto a “dejar hasta lo esencial” el manto, no haciendo de los procesos legales motivo de una venganza, de mayor injusticia,
  3. La no oposición a aquella “leva militar” que imponían los romanos a los pueblos sometidos.

En fin no se opone la Fe Cristiana al trato justo de la persona, al contrario, siempre lo promueve, pero la paz del mundo, de la comunidad, de la familia pasarán siempre por “acciones de no violencia, de promoción de la paz, de privilegiar el diálogo ante que los golpes”,  una tarea donde hemos de pedir siempre la Gracia del Señor siguiendo la sabia oración de San Agustín: “Señor, dame tu mismo lo que me pides, entonces pídeme lo que quieras”.